28 de diciembre de 2008

el cerrojo mediático



Los medios de comunicación cumplen una importante labor social: transmiten los valores considerados aceptables, reflejan los intereses de los grandes grupos industriales y financieros que los sustentan y …. por supuesto, dejan en el ostracismo a cualquier ideología o movimiento que pueda poner en cuestión el modelo vigente. En vano he dirigido diversas súplicas a determinados medios para que alguna vez incluyan la realidad de los movimientos antisistema o la cuestión animal –y no simplemente el “mascotismo”, que por su perfecta inocuidad recibe amplia cobertura mediática- en sus programas, iluso de mí… Jamás he obtenido respuesta alguna, pero sospecho que si por ventura la obtuviera, se me comunicaría que esos temas no son de interés público. Se trata de la eterna celada: no interesa porque no “existe”, y no “existe” porque aquéllos cuya misión consiste en informar al gran público no desean que determinados temas se den a conocer. No haya lugar a engaño; los medios no se limitan a reflejar los gustos e inquietudes de la gente, sino que son ellos los que se encargan de establecer qué se debe tratar – incluso ad nauseam- y qué ha de permanecer oculto, ellos forman y deforman gustos opiniones e intereses . Este poder de conferir visibilidad o invisibilidad a capricho (en realidad obedece a intereses muy claros) es un factor debilitante de la ya de por sí maltrecha democracia en que vivimos; Al menos en teoría, todo gobierno del pueblo que se precie debe fundamentarse en una adecuada información de las opciones disponibles para la ciudadanía, a partir de lo cual cada uno ha de decidir libremente. Pero ¿cómo hacerlo, si algunas de ellas no pueden de ninguna manera darse a conocer? Todo está atado y bien atado y así, programas como Saber Vivir patrocinados por poderosas industrias lácteas, se cuidarán muy mucho de mandar mensajes que lesionen los intereses de quienes les sostienen. Otros, patrocinados por El Corte Inglés modularán sus contenidos en un sentido parecido, de tal modo que no resulte muy conveniente abordar propuestas anticonsumistas o de corte anarquista. Todo lo que hiede a alternativo es marginado, denigrado (véase cómo el término “antisistema” es sistemáticamente asociado a la violencia)…o, si es posible, fagocitado, con lo que se puede presentar una versión edulcorada de lo que pudo haber sido un mensaje levantisco. Cuántos grupos de rock, punk, han acabado por doblar sumisamente las rodillas ante el tentador tintineo de una lluvia de dólares…Y ante los turbadores mensajes provenientes del ecologismo profundo, que preconiza un radical cambio de nuestro modo de vida, surge una versión “light” que no demanda tal cambio ,y nos presenta un concepto de “desarrollo sostenible” que nos permite mantener casi intactos nuestros hábitos de consumo. Es ese el tipo de ecologismo sumiso y amable el que tiene cabida en los informativos. Explosivo desactivado.
Es triste y descorazonador comprobar cómo los distintos magazines y debates televisivos y radiofónicos tratan una y otra vez temas triviales y anecdóticos, mientras que las cuestiones que pudieran poner en tela de juicio nuestros hábitos y costumbres cotidianos quedan sistemáticamente silenciados; no conviene una ciudadanía realmente informada, madura, que conozca los mecanismos que mueven nuestra sociedad, que se aventure en las cloacas de la civilización del mercado. Se desea un ciudadano obediente, que encaje de lleno en el Matrix consumista diseñado por los intereses del mercado. Mientras los grandes grupos mediáticos controlen de una manera tan abusiva e interesada los valores, gustos e intereses de la ciudadanía, no se podrá hablar propiamente de libertad ni de democracia.

imagen obtenida de blogs.lavozdegalicia.es

26 de noviembre de 2008

pieles rojas


Foca, armiño, visón, astracán, zorro…¿Qué sugieren? Por lo visto, tan sólo cálidos abrigos, para las muchas señoras que los lucen, creyendo así mostrar clase, glamour y distinción. Es evidente que tales damas se muestran incapaces de ponerse en la piel de quienes fueron los portadores naturales de tan suaves texturas. ¿Que los bebés foca fueron brutalmente apaleados allá en las lejanas tierras canadienses? Bah, no son más que bichos. ¿Qué los visones son condenados a vivir una enloquecida existencia en tristes y angostas jaulas a la espera de su desolladura? Qué más da; no son sino medios válidos para el gran fin: el lucimiento y ostentación de la señora en la chic velada de Isabel.
Porque lo que de verdad no podrán aducir los pro-peleteros es la necesidad. Hoy en día el frío se combate perfectamente con una variada gama de materiales artificiales que, aunque quizás menos glamorosos, cubren de sobra todas nuestras necesidades térmicas. Desgraciadamente no habíamos contado con la inane vanidad de ciertas mujeres insensibles, que nutren y alientan la pervivencia del siniestro negocio peletero.
Me sumo al grito de quienes claman : “mejor desnudos que con pieles” Su desnudez se me antoja infinitamente más noble y ética que las estéticas vestiduras provenientes de las pieles…pieles rojas

imagen obtenida de www.furisdead.com

21 de noviembre de 2008

solidaridad cosmética


¡LLega la Navidad! Y, como siempre, toca sacar a relucir los buenos sentimientos, hacer gala de una desbordante filantropía. Y así, florecen decenas de iniciativas humanitarias: boli solidario, cenas solidarias,maratones solidarios, juguetes solidarios, partidos de fútbol solidarios (promocionados por los mismos que luego se forran publicitando a Nike, Adidas...las multinacionales que explotan a los niños y no niños del 3er Mundo), subastas solidarias, sorteos solidarios... En fin, que la sociedad se esfuerza en lavarse la cara y hacernos creer que, vale, somos los afortunados, pero que nos preocupa (¿Sólo en Navidad?) la suerte de los carentes de ella.Una verdadera lástima que no tengan lugar llamamientos a un "Modo de vida solidario", que de verdad pondrían las bases para acabar con la injusticia. Esas iniciativas nos transmitirían la idea de que no es de recibo proclamar la hermandad universal al mismo tiempo que uno lleva un ritmo de vida hiperconsumista, que no es compatible la pomposa (y hortera)verborrea navideña con el sostenimiento de un sistema económico que somete y asfixia a los más débiles, que nuestra ignorancia como consumidores perpetúa la miseria de millones de productores esclavos de las grandes multinacionales a las que nutrimos con nuestras compras diarias.
Si alguien quiere ayudar de verdad a que las cosas cambien, que se atreva a cambiar sus hábitos de consumo, que se preocupe por averiguar de dónde proceden esos productos asombrosamente baratos que llenan nuestros supermercados y así, tirando de la madeja podrá enterarse de quiénes pierden ante esta baratura de los productos:los productores, rehenes económicos de monstruos financieros que a cambio de calderilla controlan su producción según sus propios intereses. Esos mismos productores de café, de cacao, de azúcar, sometidos a los dictados del mercado occidental, serán cada Navidad los receptores de nuestras limosnas. Se podrán construir "X" hospitales, pozos de agua y escuelas, pero lo que ningún bolígrafo solidario podrá conseguir es que la situación de fondo se altere lo más mínimo:los poderosos seguirán rapiñando de los indefensos pero eso sí, con la conciencia bien tranquila, gracias a las benditas campañas de solidaridad!

16 de noviembre de 2008

¡Nosotros alimentamos al mundo!



Ya, pero a nosotros eso nos importa un cojón. Al menos eso cabe deducir del fugaz paso de la peli por las carteleras. Hoy iba a ir a verla pero, ingénuo de mí, no he reparado en que la peli ya venía con fecha de caducidad: una semana, y ya me imagino que el panorama en la sala de proyección sería tan desolador como cuando fui a ver la memorable "La pesadilla de Darwin" : yo y la pantalla. Y qué otra cosa se podía esperar, de una peli donde no hay efectos especiales, ni tiros,ni persecuciones y, peor aún :los malos somos nosotros, ¡qué desfachatez, que venga un Pepito Grillo austríaco a erigirse en dedo acusador!Pues nada, que el público pasa de historias desagradables y prefiere emocionarse con una niña y un zorrito, salpicarse de la sangre derramada por las víctimas de la Camorra, temblar con asesinos en serie....pero verdades incómodas no, porfa, que eso de contemplar negritos con tripas hinchadas y que encima te digan que tú tienes la culpa no mola.
O sea que, vale, vosotros alimentáis al mundo, pero quedáos bien calladitos, que si no estropeáis las galas benéficas de la Igartiburu y la Gente Guapa no puede fardar de solidaria. Total, que a seguir pobres y productores baratitos,pero sumisos. Después de todo, vosotros, los mansos, heredaréis el cielo, ¿no? ¡Pues todos contentos!

13 de noviembre de 2008

Corazón de leopardo





Lo acabo de ver, en el documental de TVE2 (¡sí, el de la siesta!). Una leopardo atrapa y mata a un babuino, y cuando lo empieza a arrastrar al árbol para cenárselo se da cuenta de que una minúscula figura pende del cadáver: un bebé babuino de uno o dos días. El felino observa atentamente esa bolita llena de ojos, se queda confuso, no sabe qué hacer, hasta que lo introduce con suma delicadeza en las mismas fauces que acabaron con su madre y lo lleva a la seguridad del árbol, donde no escatimará atenciones, lametones y mimos para su minúsculo amigo. Y cuando, ya al asomar la noche, se han acurrucado juntos, eso ya ha sido demasiado para mis diques emocionales y mis ojos han roto aguas –sin vergüenza alguna, que hay quienes diluvian con “Gran hermano” o con “Corazón, corazón”…-
Me pregunto qué tipo de reaccion suscitarán tales escenas en quienes todavía se empeñan en concebir a los animales no humanos como meras máquinas biológicas. Igual creen que hechos como el descrito constituyen rarezas , excepciones de lo que es una naturaleza desprovista de sentimientos y que emociones como la ternura y la compasión `pertenecen de forma exclusiva a nuestra ínclita especie. Probablemente tacharán de antropomorfistas a los que vemos tristeza, sufrimiento, angustia, alegría, amistad, más allá de la especie humana y no podrán aceptar que las diferencias existentes entre nosotros y el resto de especies no son de esencia sino de grado. Quizás se escandalicen ante esto, como lo hizo la esposa del obispo Wilberforce cuando leyó los revolucionarios hallazgos de Darwin y exclamó: “¿Que descendemos del mono? ¡Cielos, esperemos que lo que dice el Sr Darwin no sea cierto, pero si lo es, recemos para que no se sepa!”

9 de noviembre de 2008

misantropía


Esto de ir de cínico tiene su lado fastidioso, no creas. Aunque dé la impresión de que mantener una postura de burlesco desdén hacia los convencionalismos y costumbres mayoritarias sea guay y de lo más entretenido, esto tiene sus inconvenientes. Lo malo es que parece que uno va permanentemente a la contra como una diversión, como una estrategia preestablecida, y no es así (en mi caso, al menos) Qué se le va a hacer si uno defiende unas ideas políticas, económicas , éticas, filosóficas ¡incluso deportivas!-declararse antirrealista en San Sebastián roza el anatema…- opuestas a las del populacho. Y, claro, eso de ser tan poco correcto hace de uno poco menos que un minienemigo público, el aguafiestas de todos los saraos…
¿Es el cínico un misántropo? ¿Piensa que el homo sapiens es una especie despreciable? Glub, uno queda fatal si responde afirmativamente; ¡escarnio e infamia para quien denigre a su propia condición! El mínimo corporativismo exigible es a un nivel de especie, una especie de cosa nostra biológica que nos cemente y permita una básica distinción entre el “nosotros “ y el “los otros” , Después de todo, así hemos sido cincelados por la evolución, ¿no? Pues no, va el cínico y escalda sin piedad a los suyos ; nada en la condición humana parece escapar a sus vitriólicas puyas. Perverso.
De todas maneras, siendo justos, hay que preguntarse sinceramente hasta qué punto somos los humanos merecedores de tales embistes misantrópicos. ¿Cabe la autocrítica como especie? En teoría nada podemos achacar a nuestra naturaleza, a lo que nos viene dado (la Physis) , -¿es un escorpión culpable de picar?-, pero es que en nuestra especie hay que sumar el “nomos” , todo lo derivado de nuestro albedrío, característica ésta exclusivamente humana y que sí puede- y debe- ser objeto de valoración y , dado el caso, de censura. Pero, claro, ahora se presenta la ardua labor de distinguir lo que es ínsito a nuestra naturaleza de lo que nos ha sido adherido en forma de usos, costumbres, y acervo cultural que hemos ido adquiriendo a lo largo de nuestra andadura como especie racional. Y así, antropólogos, biólogos y filósofos se afanan en desentrañar nuestro ser natural, y tratan de dilucidar si, por ejemplo somos monógamos, violentos, carnívoros…por natura o por cultura. Peliaguda labor , pero es de esperar que los avances en la descodificación de nuestro genoma arrojarán bastante luz sobre esta cuestión.
Por otra parte, es que ni siquiera podemos refugiarnos en nuestras inclinaciones naturales para justificar nuestras acciones; tal es el pseudoargumento de la tan manida falacia naturalista, que confunde descripción con justificación; es posible que seamos una especie violenta por naturaleza, pero dado que una de las capacidades más sublimes y extraordinarias del ser humano es su plasticidad, su indeterminación, su capacidad de modificar sus tendencias innatas, nos es posible, y en muchos casos, imperativo, corregirlas. En pocas palabras, el “nomos” puede rectificar a la “physis”, algo que nos hace únicos, a diferencia del pobre escorpión, absoluto rehén de su genoma.
Así, el misántropo se frota las manos: Lo que para el resto del mundo animal es ley, en nosotros se torna criticable. Es la fatalidad de la libertad de la que hablaba Sartre…
Y es esto mismo lo que considero más censurable: pese a que la potencialidad correctiva humana es infinita, la realidad se revela frustrante: el individuo renuncia a su autarquía y se disuelve en la tribu, un útero confortable en donde se siente aceptado y querido. ¿Dónde queda esa necesidad de autorevisión , de autoexamen que para Aristóteles constituía una cualidad irrenunciable en el ser humano? El triunfo del hombre-masa descrito por Ortega se constata cuando el científico, el intelectual, el filósofo en suma, es tildado de “plomo”, cuando la actividad reflexiva despierta sopor y una insoportable pereza. Parece como si el homo sapiens quisiera apostatar de su sapiens , de su cualidad más noble y definitoria, en favor de un homo ludens escasamente reflexivo, pero intensamente entretenido. Asistimos perplejos a una sociedad infantilizada, en la que el pasatiempo huero sustituye a la inteligencia creadora; se impone el cine baboso, la televisión zafia, el turismo masificado y hortera; incluso en la política, ya dirigida más a fascinar que a comunicar ideas, prima el continente sobre el contenido.
Y lo peor es que es la misma gente mema y palurda la que más demanda y exige unos derechos y privilegios de los que apenas se ha hecho merecedora. En la sociedad del lujo y de la abundancia, no abundan las expresiones de gratitud ni reconocimiento hacia quienes la hicieron posible. En palabras de Cyril Joad: “La civilización occidental moderna es el resultado de ofrecer los frutos de unas decenas de hombres geniales a una población que se encuentra al nivel de los salvajes en el nivel emocional y al nivel de los niños de escuela en el ámbito cultural”
Mientras los bufones son elevados a los altares, los científicos, médicos, filósofos son ignorados, víctimas de un sistema de valores puesto del revés. La risa bobalicona, las emociones primarias noquean al intelecto y a la ética. En el templo Zen Ryoanji en Kyoto leí la siguiente inscripción: “Aprendo para estar satisfecho. Quien aprende para estar satisfecho es espiritualmente rico, mientras que quien no aprende para estar satisfecho es espiritualmente pobre por muy rico que sea en lo material” ¿Aprender por puro placer? Esto debe parecer absurdo en una sociedad en la cual todo triunfo ha de ser de naturaleza material, en la que aprender filosofía, la disciplina improductiva por excelencia, es considerado una lamentable pérdida de tiempo.
Está claro que al expresar esta antipatía, desconfianza, decepción –reconozcamos que eso de “misantropía” queda demasiado fuerte- por el ser humano se comete un pecado de generalización; mientras que uno puede decir que le asquean las cucarachas, no es justo categorizar de igual manera a los humanos, pues su asombrosa variabilidad hace poco aconsejable emplear ciertos adjetivos calificativos sobre ellos de una manera globalizadora .
En consecuencia, cuando me pregunto por el valor del ser humano ,lejos de tópicos etéreos como “la intrínseca dignidad del hombre” o “la especie elegida” , más allá de toda generalización esencialista sacralizadora o demonizadora, tengo que afirmar que valoro a cada persona en función de lo que haga con su vida; es la indefinición propia de nuestra especie la que nos eleva hasta la excelencia o nos precipita por la más profunda fosa moral. Recordemos la admirable reflexión de Pio Baroja (¡un misántropo!) “El hombre: un milímetro por encima del mono, cuando no un centímetro por debajo del cerdo” Por esto mismo no me cuadran esas pomposas afirmaciones sobre la superioridad (¿moral?) del hombre sobre el resto del mundo animal . Puede sonar extraño, pero si tengo que elegir entre un castor o Pol Pot, me quedo sin dudarlo con aquél.
Pero no, no me resisto a pecar; generalizaré, porque a pesar de lo expuesto, es posible hacerlo; ya que, si un profesor puede emitir un juicio sobre una clase en su conjunto (¡Vagos! ¡Problemáticos!), aunque no todos los alumnos queden retratados por tal juicio, también se puede criticar al conjunto de la humanidad, por más que algunos de sus integrantes no encajen en ella. Y se me ocurren muchos motivos para la autoflagelación
- Deploro que, en aras de un confort presente, la humanidad esté dispuesta a comprometer seriamente la vida de las generaciones futuras
- Me espanta que una minoría acomodada succione la riqueza de una mayoría, condenándola a la miseria, sin que se sienta culpable de ello
- Condeno que la especie humana, en virtud de una presunta superioridad ontológica, explote sin necesidad a otras especies hasta convertirlas en objetos de consumo
- Me decepciona que muchos humanos busquen su felicidad por medio de la obsesiva acumulación de bienes materiales, lo que hace que esto pase a convertirse en un fin, con lo que al final pierden la felicidad.
- Me estremece la capacidad de nuestra especie para erigir ídolos metafísicos (Dioses, patrias, tribus),todo tipo de entelequias que nos esclavizan, nos enfrentan y nos impiden disfrutar de la vida
- Me horroriza que no seamos capaces de encontrar –peor aún, ni de buscar- un sistema económico alternativo al presente, que considera nuestra casa, La Tierra, como un mercado, convirtiéndola así en objeto de sistemático saqueo
Y una crítica de conjunto, fuente de todos los males reseñados: mientras cada ser humano no emprenda la tarea de tomarse en serio su individualidad, mientras no entienda que una persona humana es un proceso de permanente construcción, mientras no riegue regularmente sus fundamentos éticos, no podré ser optimista, y seguiré sosteniendo la idea de que el ser humano es la especie truncada , cuya suprema idiocia consiste en no haber sido capaz de aprovechar el valioso don otorgado por la evolución: la inteligencia, al convertirlo en instrumento de destrucción, de sí mismo y de su entorno.

Se me acusará de resaltar los defectos y olvidar las virtudes. ¿Acaso el misántropo torticero obvia el hecho de que el arte, la literatura, la poesía, la ética también son nuestro patrimonio? Ya, ya, pero todo depende de cuánto pesa en la balanza cada elemento descrito, el yin creador frente al yan cainita; cada cual realice su propio pesaje, que en el mío salimos bastante malparados…Y no es que esto me lleve a subir a una azotea con un rifle para liquidar a todo quisqui, ni siquiera a abogar por la extinción voluntaria, sino simplemente a albergar un fuerte escepticismo y desencanto por la especie humana en su conjunto.
Eso sí, me niego a que se me acuse de profesar una misantropía apriorística; mi ojeriza a….nosotros (¡?) no obedece a una pose, a un mero prejuicio; me he esforzado en argumentar precisamente lo contrario, que baso mi pesimismo en razonamientos concretos . Misántropo ,sí, ¡pero por moda no!

2 de noviembre de 2008

Epulón, en recesión



Un nuevo azote se cierne sobre el castillo del Príncipe Próspero. Esta anunciada pestilencia, llamada recesión, amenaza con trastocar el lujoso estilo de vida de sus atribulados residentes; algunos temen verse privados de la última versión del iPod o del móvil ; hay quienes habrán de moderar los dispendios de la cuchipanda sabatina. Y a muchos, ¡ay! No les alcanzará para hacerse con un muy necesario segundo Audi. El orondo Epulón se aprieta el cinturón, sufre, tiembla ante su maldita crisis. Poco le importa que , más allá del castillo, convenientemente apartados de su vista, infinidad de Lázaros languidezcan desde hace décadas, estrangulados por las apreturas de un cinturón que nunca afloja. En Lazarolandia, no se habla de crisis, sino de inanición, de desnutrición, de un perpetuo saqueo activado por los múltiples mecanismos puestos en marcha por Epulón, la descomunal sanguijuela.

O sea que nada, Epulón, a preocuparse por lo suyo, faltaría más. Y lo que verdaderamente debe aterrar al Príncipe Próspero es que detrás de la máscara de la crisis se oculte algo mucho más siniestro y devastador: una Peste aniquiladora del capitalismo, un sistema montado sobre la absurda utopía del eterno crecimiento económico en un mundo finito y con signos de agotamiento, cebado por una desbocada noria de producción y consumo, y sostenido por la bien disimulada rapiña del débil por parte del fuerte.

Frente a los negros augurios, el Príncipe planifica una estrategia. Hay que salvar el áureo edificio capitalista a toda costa. Y llega incluso a sacarse de la manga rimbombantes conceptos como “refundar el capitalismo” , pretensiones de sutileza política que esconden una intención de dejar todo igual.Fukuyama forever!
Y el dilema de todo Diógenes que habite el castillo estriba en no saber si alegrarse o no de la posible demolición de la fortaleza; por un lado desearía su ruina, por dos razones de peso: por la absoluta iniquidad que supone el permitir – peor aún, contribuir a- la miseria circundante y por defender un modo de producción completamente insostenible.(“quien crea que el desarrollo de la economía puede durar eternamente en un mundo limitado es un loco o un economista” Kenneth Boulding) Pero por otro lado está claro que a este Diógenes reciclado en Epicúreo no le apetece nada verse arrastrado por el lodazal. Tampoco le entusiasma que le cuelguen el fastidioso sambenito de antisistema, ni de apóstol del Apocalipsis. ¿No son acaso los visionarios, los profetas de las catástrofes, el blanco preferido de la befa popular? Así debió ocurrir con quienes advirtieron a sus conciudadanos anasazis, pascuenses o mayas sobre las irreparables consecuencias derivadas de su insostenible modo de vida, y así les fue a esos (y a otros ) pueblos ….La gran diferencia es que entonces a un daño local siguió un desastre local, mientras que al actual daño global (planetario) seguirá …….Ah, ya, el catastrofista, (risas)

Y, consciente de que es más sencillo criticar que construir, este Diógenes tábano e iconoclasta se afana en idear un esquema alternativo , uno que no comprometa la vida sobre la tierra, que asegure una digna calidad de vida y que procure una justicia básica para todos los habitantes del planeta. Casi nada… Parece claro que el capitalismo no cumple ninguno de estos criterios, pero ¿Cuál es la opción? ¿Resucitar a Marx? No parece muy viable, puesto que, mientras que su versión más ortodoxa ya ha recibido atea sepultura, la otra, la “light” ha sido completamente fagocitada por su antiguo enemigo, de modo que los variopintos socialismos actuales hace tiempo que bajaron el puño, inclinaron sumisamente la cerviz y hoy se cuentan entre los más fervorosos adoradores del becerro del libre mercado. Y tampoco olvidemos que el comunismo no deja de ser desarrollista, por más que los medios que posibiliten el desarrollo queden en manos del Estado, por lo que difícilmente puede ser la panacea de los males presentes. Lo cierto es que, más allá de tales “ismos”, el cáncer de este mundo radica en el concepto mismo del crecimiento económico, un crecimiento insaciable que considera a la naturaleza como un mero activo económico,y al planeta como zona de sacrificio . Escribe Alan Durning “hemos saqueado nuestras casas para edificar muros a su alrededor. Lo que nos queda, tristemente, son unos muros impresionantes y una casa empobrecida: un planeta con el aire, el agua y el suelo envenenados, con las granjas deshechas, colinas despojadas y, a cada hora que pasa, menos especies vivas”

He aquí la madre de todas las crisis, y no los temblores bancarios y bursátiles que tanto asustan a Epulón.

O sea que si descartamos al Capitalismo y al Comunismo por su intrínseca sumisión al desarrollismo económico, ¿qué nos queda? ¿Cómo vivir? Habrá que prestar atención a las nuevas corrientes que se van perfilando, lenta, difusamente , pero de una manera imparable. Me refiero a los movimientos antiglobalización , a manifestaciones indigenistas, a nuevos proyectos tendentes a simplificar nuestro modo de vida, a domeñar nuestra insaciable ambición de bienes materiales. Surgen conceptos revolucionarios, como los del crecimiento “0” o los que abogan por el decrecimiento, que implican de hecho un radical, profundo cambio en nuestra manera de entender el mundo y que conducen a la dinamitación del fetiche del crecimiento al que por tanto tiempo hemos venerado. ¿Utópico? Pues lo parece, sí, pero pensándolo bien, lo verdaderamente irreal es creer que el actual sistema pueda mantenerse indefinidamente, o sea que tarde o temprano, por las buenas o por las malas, el cambio se producirá.

No creo que la recesión actual suponga el colapso inmediato del capitalismo, sino que los síntomas se van manifestando gradualmente, en forma de alteraciones del clima, de apretones financieros, de grietas en los muros del Primer Mundo…¿Seremos capaces de interpretarlos? No lo creo. Ni los jerifaltes del Antiguo Régimen, ni los mandatarios de la Roma Imperial, ni los prohombres de la refinada civilización Maya quisieron o supieron poner coto a la carcoma que los habría de destruir, y el tinglado actual es incomparablemente más complejo que éstos. Hacemos oídos sordos a los llamamientos de científicos, biólogos, economistas (algunos), filósofos , súplicas desesperadas para que bajemos el pistón. No hay caso; la camisa de fuerza del desarrollismo nos subyuga, nos paraliza. Nos merecemos lo que haya de sobrevenirnos. Tiembla Epulón, estremécete, Príncipe Próspero. Y maldice tu insensata ceguera.

28 de octubre de 2008

Mi animalismo



Estoy convencido de que cada vez que hablo de mi sentimiento animalista, mi interlocutor me convierte en una caricatura. Y ante su mueca de estupor, casi tengo que palparme la cabeza para comprobar que no me han crecido repentinamente antenas de alienígena venusiano. Y es que la idea del animalismo es un concepto tan misterioso , desconocido y ajeno para la mayoría de la gente, que prejuicios y distorsiones de todo tipo se vierten sobre quien confiesa tal desorden mental. Creo, pues, necesario clarificar en la medida de lo posible en qué consiste mi idea de la defensa animal, si bien reconozco mostrarme bastante escéptico sobre el éxito de este intento: hoy en día apenas pesan los razonamientos ;en lo que cabe calificar como un puro acto de fe, son las opiniones mayoritarias, por el mero hecho de serlo, las que apisonan todo esfuerzo argumentativo proveniente de un grupo minoritario; da igual cuántos datos, estudios o estadísticas se ofrezcan, la gente prefiere refugiarse en la seguridad del “si todos lo hacen, por algo será”, abdicando así de algo tan básico como la autonomía del juicio. En fin, ellos se lo pierden…
Lo primero que hay que precisar sobre mi animalismo es que no se trata de subvertir los valores; no pretendo degradar al ser humano y encumbrar a los búhos a las universidades, a los leones a los ayuntamientos ni a las raposas a los consejos de administración de empresas, como quieren hacer ver quienes desean desacreditarnos haciendo de nuestros ideales un ridículo esperpento . El animalismo es un movimiento de adición (así como una adicción, como lo suelen ser las causas de índole ética…); todos los animales, y no sólo nuestra especie junto con aquéllas a las que hemos convertido arbitrariamente en amigos privilegiados , tienen derecho a una dignidad que les ha sido arrebatada. Por ello, aspiramos a devolver a los miles de millones de animales rebajados a objetos de consumo la condición que les es propia: las gallinas, en lugar de malvivir hacinadas, inmóviles en hediondos pabellones , deberían desarrollar sus capacidades de relación (son animales sociables)y de movimiento ; en suma , deberían experimentar la vida. Y lo mismo es aplicable a los cerdos, vacas, pavos, visones y muchas otras especies. Si retomamos la aristotélica división tripartita de la vida en nutritiva (vegetal), sensitiva (animal) e intelectiva (humana), es de justicia procurar que todos los animales disfruten de la vida sensitiva que les corresponde, en lugar de la nutritiva (fábricas de engorde) a la que se ven confinados.
Pero esto no es sino el nivel más embrionario del animalismo; es necesario profundizar bastante más.

Mi decidida militancia descansa sobre tres pilares que considero fundamentales e irrefutables.
-Uno: afirmar de forma categórica la capacidad de todo animal (excluyendo acaso a los espongiarios y similares, catalogados como “parazoos”) de experimentar sensaciones de muy diversa índole, en función de las características y del grado de complejidad de cada especie. En cualquier caso, todos los animales en sentido pleno compartimos la posesión de un sistema nervioso que nos informa sobre la naturaleza del mundo y nos provee de sublimes instrumentos para desenvolvernos en él. Claro que el animalismo presta especial atención a las sensaciones de dolor y de placer, por cierto,cualidades particularmente desarrolladas en la mayoría de las especies que consumimos. No son precisamente los anélidos o cnidarios los que forman parte de nuestra dieta carnívora, sino mamíferos, peces, y aves, todos ellos dotados de una rica y compleja sensibilidad , quienes conforman el grueso de la carne consumida por los humanos.
Y es esta sensibilidad la que lleva a los animales a tener intereses (me refiero a intereses activos, no los meramente pasivos, como los nutritivos propios del reino vegetal), deseos, preferencias, que les impele a establecer toda una red de relaciones con sus congéneres y con su mundo circundante. Sospecho que quienes sean ajenos al animalismo se sentirán algo incómodos al leer esto –como bien observó Darwin: “no nos gusta considerar como iguales a quienes hemos hecho nuestros esclavos”- , ya que preferirían pensar en los animales no humanos como simples máquinas biológicas, movidas por impulsos mecánicos y desprovistos de nada semejante a una mente. Si así fuera, no habrían de sentir el menor remordimiento cada vez que hincaran el tenedor en el tierno cuerpo muerto que yace en sus platos. El autoengaño suele servir de magnífica coartada para así satisfacer nuestros propósitos egoístas. Afortunadamente, los progresos en fisiología, neurología y etología han proporcionado pruebas lo bastante contundentes como para desmontar toda pretensión neocartesiana.

-Dos: abrir los ojos ante lo que propiamente puede calificarse de monumental y contumaz holocausto animal, especialmente cuando, a partir del comienzo del SXX, en un proceso inmerso en la revolución tecnológica moderna, se dio paso a la producción industrial de carne, una eficiente maquinaria de convertir el cereal en proteína animal.(Véase, por ejemplo, la detallada exposición de tal proceso en “The Omnivore´s dilemma”, de Michael Pollan) Aquí cobra especial sentido la sentencia de Schopenhauer: “El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales”. Las cifras de la matanza son mareantes: Jean Baptiste Jeangène Vilmer, en su reciente libro “Èthique animale” ofrece una cantidad de cincuenta y tres mil millones de animales (53.000.000.000) consumidos anualmente por ese Juggernaut en que se ha convertido nuestra especie (¡homo esophagus colossus!) Se ha calculado que sólo en España se liquidan 1.850.000 pollos ¡al día! Y recordemos una vez más que detrás de cada unidad se halla un individuo dotado de complejas emociones , sentimientos e intereses. Recomiendo encarecidamente la lectura del maravilloso libro “the pig who sang to the moon” , de Jeffrey Moussaieff Masson -desgraciadamente no traducido al español; esa temática no parece interesar…-, donde podemos sorprendernos de la rica vida emocional de esas especies percibidas por la gente como mero alimento.

Pero los dos argumentos ya expuestos no bastan para rematar la causa animalista. Es necesario el tercer pilar
-Tres: Pero ¿y si no tenemos más remedio que consumir alimentos de origen animal? En este caso el edificio argumental animalista se derrumbaría sin remedio, pues nuestra supervivencia se antepondría a cualquier actitud de compasión hacia nuestras potenciales víctimas, de la misma manera que el león -la leona, propiamente; son ellas quienes cazan- no puede permitirse el lujo de compadecerse de un ñu… Por decirlo de forma sencilla, todo “deber” ha de estar supeditado a un “poder”; la ética se pliega humildemente ante la perentoria necesidad. De modo que hay que preguntarse seriamente si el consumo de animales nos es necesario. Y aquí parece que procede presentar toda una batería de datos y estudios que demuestren que, efectivamente, nuestra especie en absoluto requiere de alimentos de origen animal para sobrevivir. En realidad, me limitaré a recomendar la visita a los numerosos sitios en internet dedicados al tema de la nutrición vegana, entre otros:
www.vegansociety.com/food/nutrition
www.veganhealth.org/sh
www.pcrm.org/health/veginfo/index.html (¡médicos!)
www.nomilk.com (expone lo que no se dice sobre los lácteos)
www.vegfamily.com (familias veganas, nutrición infantil, etc)
www.eatright.org/cps/rde/xchg/ada/hs.xsl/nutrition_5105_ENU_HTML.htm (obtenido de la ADA Asociación de Dietistas Americanos, por si se sospecha de la objetividad de las webs anteriores)
Unas cuantas en español:
www.vegetarianismo.net/nutricion
Unión Vegetariana Internacional
www.wikivegan.org/index.php5?title=Pirámide_de_nutrición_vegana
o, por supuesto, la información dedicada a la nutrición en mi apreciado foro:
www.forovegetariano.org/foro/index.php



En fin, la cantidad de información es apabullante. Creo que hace falta ser todo un fanático de la dieta carnívora como para negar que la alimentación vegana resulta plenamente satisfactoria para el ser humano. Y en último término, acudiendo a un recurso empírico básico, no hay más que observar a quienes practicamos el veganismo y decidir si se nos ve famélicos, demacrados macilentos y enfermizos. Todos los estudios estadísticos realizados tanto sobre calidad como esperanza de vida arrojan resultados favorables hacia las dietas vegetarianas.(estudios actuales, claro está. Los caóticos experimentos veganos adoptados por ciertas comunidades hippies en los años 60-70 no pueden contar, habida cuenta de su suicida falta de variedad y nula planificación) Creo que más bien han de ser los carnívoros habituales quienes deben preocuparse por la inquietante lista de enfermedades asociadas a la ingesta de proteínas animales, desde las de tipo cardiovascular hasta diversos tipos de cáncer, pasando por las alergias, diabetes, y otros muchos males que sería prolijo enumerar aquí.
La conclusión que debe extraerse de este tercer punto me parece estremecedora: el consumo de carne no se debe a razones de necesidad, sino simplemente a la suma del placer y la costumbre. Nada más. Es terrible pensar que nuestra sociedad está dispuesta a sacrificar una innumerable cantidad de vidas, a montar descomunales pabellones de rápido engorde y exterminación de seres inocentes para dar satisfacción a nuestras sibaríticas papilas gustativas. “Un país, una civilización se puede juzgar por el modo en que trata a los animales” escribió Gandhi; pues sospecho que salimos bastante malparados de este juicio. Claro que no ha lugar a tal juicio, cuando el crimen se mantiene oculto; y esto es lo que nuestra sociedad, por medio de los poderes públicos, del sistema educativo, de la inestimable colaboración de los medios de comunicación, se afana en lograr, con notable eficiencia, por cierto. “Ojos que no ven, corazón que no siente” Y ciertamente es poca la gente que conoce las cloacas de la producción carnívora…y mucha menos la que está dispuesta a enfrentarse a sus propios demonios. Mejor mirar hacia otro lado, que uno corre el riesgo de aborrecer de lo que averigüe, y de verse forzado a cambiar…

Recapitulando, mi base argumental para declararme animalista descansa sobre la siguiente posición: soy consciente de las capacidades sensitivas de los animales, de las dimensiones de la explotación de que son objeto, y de que su consumo es hoy en día (en el 1er Mundo, al menos) completamente superfluo. En consecuencia, la renuncia a dicho consumo constituye para mí un deber ético elemental

Y con esto me basta; creo innecesario e incluso contraproducente enredarse en discusiones fútiles que a nada conducen. Y conste que mi veganismo no me convierte en un santurrón, un iluminado, ni me confiere una presunción de superioridad sobre los demás ( venablos que suelen arrojarnos quienes se muestran molestos ante nuestra postura; no dejan de ser burdos ataques ad hominem , arteras maniobras de diversión , muestras de impotencia ante nuestro sólido edificio argumental) Tampoco considero que el veganismo suponga una renuncia o sacrificio extraordinario, puesto que la amplia variedad y cantidad de ingredientes y recetas a nuestra disposición nos permite disfrutar plenamente de este tipo de dieta; tan sólo hay que estar dispuesto a experimentar y a dejar seducirse por un nuevo y fascinante abanico de productos. El paladar humano resulta ser extremadamente maleable , adaptable, de modo que en cuanto ciertos sabores quedan apartados, otros vienen a ocupar su lugar sin mayores trastornos. Una vez superados los recelos iniciales a probar este nuevo universo de texturas y sabores (de los que el multiusos seitán, las hamburguesas vegetales, los helados sin leche, los nuggets de “pollo”, los patés vegetales, los diversos “quesos” vegetales www.buteisland.com , los palitos de “pescado” no son sino unos pocos ejemplos de una larga lista de muy logrados sustitutivos de sus cruentas contrapartidas), uno puede prepararse a gozar plenamente de un estilo gastronómico saludable y satisfactorio.

No he olvidado que toda la exposición anterior se ha centrado en el ámbito alimentario, cuando el animalismo vegano trasciende con mucho este aspecto y lucha por desterrar todo empleo de animales en la vestimenta, en el entretenimiento y en la experimentación (vivisección). Sé que el no cubrir estos frentes, que tanto sufrimiento y muertes inútiles producen, amputa todo discurso animalista coherente. Supongo que en posteriores entradas tendré oportunidad de abordarlos detenidamente

Por último me interesa precisar que el animalismo no está motivado por el amor que sus partidarios sientan por los animales, sino por una simple cuestión de justicia hacia ellos. Al igual que hay cantidad de personas no animalistas que dicen amar a los animales (algo que por otra parte suena oximorónico: si los aman, no debieran consumirlos por placer) también es posible, aunque no frecuente, que a un animalista no le gusten ni se sienta atraído por ellos. A modo de comparación, pensemos en alguien a quien no le gustan los niños; es más, quizás hasta le resulten molestos y agobiantes, lo que no obsta para que , por pura justicia, haga todo lo posible por evitar todo maltrato y explotación hacia ellos. ¿No es este caso perfectamente aplicable a nuestros sentimientos hacia los animales? Indudablemente, lo es.
En consecuencia, el animalismo ha de relacionarse con la ética y no con la simpatía o antipatía que los animales susciten en nosotros. Y hay que felicitarse de que cada vez más Facultades de filosofía hayan abierto departamentos dedicados a la ética animal, lo que constituye un esperanzador signo de que, al igual que otras causas éticas fueron antaño minoritarias y hoy son ampliamente aceptadas, nuestra especie vaya abriendo progresivamente su círculo de compasión y sentido de la justicia, hasta llegar a aplicarlos hasta sus últimos confines. Claro que uno no es tan inocente como para hacerse ilusiones de que vaya a vivir tal situación; el camino es largo y tortuoso, y es necesario un enorme cambio en la mentalidad colectiva para que el sueño llegue a cristalizar. En todo caso, me conformo con ver firmemente plantadas las semillas de la Liberación Animal y en contribuir modestamente a su factibilidad.
No creo en la reencarnación; sólo disponemos de una vida , preciada e irrepetible. Y por eso me uno a la idea de Nietzsche cuando, ante la ausencia de toda deidad, exhortaba a cada ser humano a hacer de nuestra fugaz existencia una obra maestra. Y el animalismo no deja de ser una llamada a tratar de erradicar las tendencias tanáticas presentes en nuestra naturaleza y apostar por un ser humano libre de sufrimiento y de crueldad

26 de octubre de 2008

Una lección de shylock


 







El sublime Shakespeare puso la siguiente reflexión en boca de Shylock, en "El mercader de Venecia"

SOY JUDÍO
¿ACASO UN JUDÍO NO TIENE OJOS?
¿NO TIENE UN JUDÍO MANOS, ÓRGANOS, DIMENSIONES, SENTIDOS, AFECCIONES, PASIONES?
¿ALIMENTADO CON LA MISMA COMIDA
HERIDO CON LAS MISMAS ARMAS
SUJETO A LAS MISMAS ENFERMEDADES
CURADO POR LOS MISMOS MEDIOS
CALENTADO Y ENFRIADO POR EL MISMO INVIERNO Y VERANO
QUE UN CRISTIANO?
SI NOS PINCHÁIS, ¿NO SANGRAMOS?
SI NOS HACÉIS COSQUILLAS, ¿NO NOS REIMOS?
SI NOS ENVENENÁIS, ¿NO MORIMOS?
Y SI NOS HACÉIS MAL, ¿NO NOS VENGAREMOS?

(I´m a jew. Hath not a jew eyes? Hath not a jew hands, organs, dimensions, senses, affections, passions? Fed with the same food, hurt by the same weapons, subject to the same diseases, healed by the same means, warmed and cooled by the same winter and summer as a Christian is? If you prick us, do we not bleed? If you tickle us, do we not laugh? If you poison us, do we not die? And if you wrong us, shall we not revenge?)

Es difícil encontrar un argumento más hermoso y contundente contra los racismos, sexismos y especismos pretéritos, presentes o futuros. Cámbiese "judío" por "negro", "mujer", o "cerdo", y produce el mismo efecto: todo ser susceptible de disfrutar y sufrir merece una consideración, tiene una dignidad básica, y todo maltrato supone un mal, un atentado hacia quienes no son iguales a nosotros, siendo no obstante nuestros compañeros en este viaje (teóricamente) apasionante llamado vida

Creo que este vibrante monólogo merecería ser utilizado por las distintas organizaciones que reivindiquen derechos tanto para los humanos discriminados como para los animales no humanos convertidos en cosas.

23 de octubre de 2008

Dieta carnívora: de la cuna a la tumba


La mala educaciónTodo comenzó a los pocos meses de vida ,cuando te dieron tus primeros potitos con ternera, con salmón... Después, con tus primeros dientes de leche, cataste el jamón de york por primera vez. A partir de aquí, unos trocitos de blando pescado por aquí, una carne picadita por allá…y así, imperceptiblemente, fueron introduciéndote en la agradable dieta carnívora. Más tarde, ya en el cole, te preparaban el consabido bocata de salchichón o de chorizo, que devorabas con avidez. Ya para entonces dabas buena cuenta de una ración diaria de carne o pescado y, si te portabas bien, te obsequiaban con un happy menu en Mc Donalds. El mensaje: ¡comer hamburguesas es guay!

Con el tiempo llegaste a identificar todo festejo con carnes, pescado o marisco. No era concebible una cena de Nochebuena o de San Sebastián sin un “buen” besugo o solomillo .Sin darte cuenta, de una forma natural y necesaria, ya habías quedado prácticamente “sellado” como carnívoro. Y no veías contradicción alguna en amar a tu perro o a tus pececitos de colores y al mismo tiempo ingerir proteínas animales sin descanso.
Ya de adolescente conociste a un tipo raro: un vegetariano. El sujeto contaba que la dieta carnívora no es ni necesaria, ni sana , ni ética, ni siquiera respetuosa con el medio ambiente ni con el Tercer Mundo. No le hiciste caso; en realidad, no llegaste a considerar sus razones seriamente. Después de todo, ya era tarde para que socavara unos hábitos adquiridos durante tantos años. Ya lo dice el refrán: “es más fácil cambiar de religión que de dieta”….por cruel que ésta resulte.

Las fronteras de la empatía


A lo largo de su mandato como comandante de Auschwitz, Rudolf Hoess mostró un comportamiento de lo más bipolar: mientras que fuera del Campo era considerado como un hombre ejemplar, un padre modélico y un dechado de amabilidad y consideración hacia sus conciudadanos, apenas se incorporaba a su centro de trabajo transmutaba en la bestia insensible y despiadada que le llevaría a vincular su nombre a la infamia genocida.

L. Frank Baum es recordado por su inmortal cuento infantil "El Mago de Oz", así como por ser el autor de otros muchos libros para niños. No lo será por otros escritos menos encantadores: "la nobleza de los Pieles Rojas está extinguida, y los pocos que quedan son una manada de chuchos gimientes que lamen la mano que les golpea. Los Blancos, por la ley de la conquista, por la justicia de la civilización, se han adueñado del continente Americano y la mejor manera de asegurar sus fronteras es aniquilando a los Indios restantes" Y tras la masacre de Wounded Knee, Baum escribió: "Haremos bien , en aras de proteger nuestra civilización, en eliminar a estas indomadas criaturas de la superficie de la tierra" (Fuente:Eternal Treblinka, de Charles Patterson)

Y es ante casos como los aquí mostrados, en absoluto excepcionales, que uno no puede evitar preguntarse cuál es ese extraño mecanismo que hace que el sentimiento de empatía se active y desactive de una forma tan aparentemente arbitraria y radical. Y es que el concepto de empatía se me antoja sumamente esquivo y resbaladizo, hasta el punto de que parece entrar de lleno en ese complicado mundo que denominamos "relativismo moral": ciertas categorías de seres son catalogadas como dignas de empatía, mientras que otras son completamente excluidas de tal consideración. Y ante esto, conviene averiguar cuáles son los elementos que hacen que se produzca tal disparidad. Veámoslo.

En primer lugar hay que dejar claro que para que se produzca un sentimiento de empatía es necesario que el sujeto con el que empatizar sea susceptible de sufrir "Pathos", esto es: «todo lo que se siente o experimenta: estado del alma, tristeza, pasión, padecimiento, enfermedad».En consecuencia, uno puede sentir tristeza ante la destrucción de un hermoso paisaje kárstico, la "muerte" de un río o la voladura de una montaña, pero en ningún caso se puede sentir empatía por ellos. El hecho de estampar violentamente un libro contra la pared no implica (aparte de las consideraciones sobre la propiedad del libro) un acto de naturaleza ética, cosa que no se puede decir si lo estampado es un hamster...

Tampoco cabe mostrar tal sentimiento empático hacia seres vivos carentes de capacidad de experimentar dolor o sufrimiento; un árbol talado no nos lleva a sufrir con/por él, puesto que la evolución no le ha dotado de tales sensaciones. De hecho sería absurdo que así fuera, dado que el dolor no deja de ser un mecanismo que la evolución ha proporcionado a los animales para advertir a nuestro organismo de un peligro dado. En este caso sí se puede decir que la naturaleza es sabia, al no dotar de un sistema nervioso a un tipo de ser vivo (el reino vegetal) que nunca podría beneficiarse de él.

Ahora bien, conviene preguntarse por qué podemos llegar a mostrar tanta sensibilidad hacia un tipo de criaturas, y nada en absoluto hacia otras. Es obvio que también en esto hemos sido diseñados para sentir un mayor grado de com-pasión hacia quienes nos son evolutiva o funcionalmente más próximas. Sencillamente, nos sentimos particularmente reflejados en quienes más se nos parecen, de tal manera que podemos percibir su padecimiento como propio. Pero a medida que las diferencias entre los individuos se van acrecentando, nos vemos progresivamente menos identificados con ellos, por mucho que asumamos que su capacidad para sentir emociones y sensaciones no dependa de las diferencias morfológicas existentes .En el llamado círculo moral, ya mencionado por Charles Darwin, cada uno de nosotros manejamos numerosas variables, que nos predisponen para orientar nuestros sentimientos altruistas de una manera más o menos mecánica. Así, la pérdida de vidas en un accidente próximo nos produce un impacto mucho mayor que otra exactamente igual que haya tenido lugar a 3000 kms de distancia, por más que en ambos casos las víctimas nos sean completamente desconocidas. Los factores familiares, de amistad, raciales, culturales , de especie, etc son decisivos para establecer una gradación en nuestros sentimientos de empatía. Y es completamente lógico que sea así; de lo contrario, si no dispusiéramos de un mecanismo de discriminación, si percibiéramos todo el dolor ajeno de igual manera, no podríamos vivir. Como el dolor y el sufrimiento forman parte omnipresente de la vida, quedaríamos presos de una perpetua e insoportable angustia. De modo que es natural y aconsejable modular nuestros sentimientos hacia los demás. Gracias a ello, podemos acudir despreocupadamente a un concierto el mismo día que se ha producido un devastador terremoto a 5000 kms de donde vivimos.

Lo que más llama la atención no es por tanto nuestro sistema de gradación de la empatía, sino el proceso por el cual uno puede ocluir completamente todo tipo de relación emocional con otro individuo o categoría de individuos , hasta el punto de ignorar su pathos mismo. El sujeto queda entonces degradado de su condición, se ve rebajado a la categoría de “cosa” y a partir de ahí todo abuso y brutalidad se abren paso con pasmosa naturalidad. No podemos entender los más infames episodios de la historia (¡y del presente!) sin tener en cuenta este mecanismo de negación del otro: el judío,el tutsi, el negro, el armenio, la mujer, el gitano….el animal de granja. Categorías enteras de seres han sido despojadas de su sensibilidad para así poder ser “procesadas” sin que por ello pese la conciencia. Por lo tanto, el paso previo a toda violencia es dinamitar toda posible relación empática con el otro, y esto es algo que con frecuencia requiere de un intenso y concienzudo proceso de adoctrinamiento, no necesariamente del tipo al que fueron sometidos los miembros de las SS; basta con medios más sibilinos, menos viscerales, pero que por su constancia en el tiempo, la interminable repetición de sus mensajes, su perfecta imbricación en los medios de comunicación y en el sistema educativo, pueden llegar a producir resultados igualmente espectaculares y profundos . De esta manera, la mayoría de la población llega a asumir lo inasumible: que alguien es algo .Objetivo cumplido

Y es que el ámbito de la empatía también está sujeto al proceso dialéctico, es decir, es dinámico, cambia conforme cambian los valores y contenidos éticos de las sociedades. En terminología marxista, los sentimientos de compasión de los humanos quedan englobados en la evolución de la superestructura (mentalidad, valores, ideología…); hoy nos escandalizamos de los abusos cometidos sobre los esclavos negros hace cuatro siglos, y nos resulta aún más inaudito que tales tropelías fueran consideradas completamente naturales y aceptables por parte de la mayoría de la población. Es fácil y cómodo bramar ante los desmanes pretéritos, pero no lo es tanto denunciar las injusticias que se cometen en el mundo actual. Y haberlas, haylas, visibles para quien se tome la molestia de percibirlas, más allá de lo que los valores imperantes estiman correcto. Recuerdo la sentencia de Christoff en la memorable “El show de Truman”: “aceptamos la naturaleza del mundo tal como nos la presentan. Así de sencillo” O sea que quien quiera indagar sobre lo que se esconde detrás de las “verdades oficiales” no tendrá más remedio que adoptar una actitud rebelde, inquisitiva y escéptica, actitud que inevitablemente le supondrá la incomprensión y rechazo de la mayoría acomodaticia (“lanar” que diría Jiménez Losantos) y estar dispuesto a digerir aquello que llegue a desvelar. Y así como es posible que cuando vea NIKE vea explotación infantil, también pudiera ocurrir que llegue a identificar el jamón serrano con la negación de la animalidad a un ser sensible y complejo. Y de este modo, las esclusas de la empatía pueden abrirse hasta donde a cada uno le dicte su conciencia y sentido ético. De alguna manera, uno puede salir malparado: ridiculizado, vilipendiado e incluso excluido de muchos círculos sociales; el “tábano” Sócrates lo pagó incluso con su vida. ¿Qué ganamos, pues? Algo impagable: la íntima sensación de hacer lo correcto.

22 de octubre de 2008

Diógenes, de mudanza


Un Diógenes hedonista, ¿se lo montaría con la turista?
Admítelo, Diógenes: ¿a que eso de vivir en un tonel resulta un tanto incómodo? Ya, entiendo que deseabas exponer la inanidad de tus congéneres por su insaciable apetito de bienes materiales, pero creo que te has pasado al hacer de una barrica (que a saber para qué había sido utilizada antes de reciclarla en chalet...) tu residencia habitual. Y es que una cosa es el cinismo-denuncia, y otra la autoflagelación placericida. Y claro, luego no te extrañe que seas recordado, no como el gran filósofo burlón que fuiste, sino como...¡un guarro! Pues sí, apena comprobar que cada vez que se te nombra, lo sea para designar a quien acumula mierda en su casa de forma compulsivo-patológica, lo cual comprenderás no aporta mucho lustre a tu figura...De modo que te he trasladado a un jardín, fragante, florido y frondoso, de estilo epicúreo, en donde puedan aunarse la crítica despiadada a una sociedad desquiciada con el apacible goce de la vida. No veo por qué ambas posturas hayan de ser antitéticas. Dejemos a otros, fanáticos de todo pelaje, el dudoso privilegio de adoptar posturas masoquistas de renuncia extrema, mientras nosotros trataremos de redimir el noble ejercicio del cinismo del que tan ayuno se muestra la sociedad actual. ¡Bienvenidos al jardín!

Imagen robada de esta web

21 de octubre de 2008

Citas Animalistas


Imagen sacada de este blog. Pincha para acceder
-El hombre es superior a las bestias, no porque las puede hacer sufrir, sino porque es capaz de compadecerlas.Y si tiene piedad de los animales es porque siente vivir en ellos lo que igualmente vive en él
Arthur Schopenhauer

-Entre la crueldad con el ser humano y la brutalidad con los animales no hay más diferencia que la víctima
A. De La martine

-El verdadero examen moral de la humanidad consiste en su actitud ante los animales.Y en este sentido los hombres han sufrido una derrota tan fundamental que todas las demás derrotas vienen de ahí
Milan Kundera

- El hombre ha hecho de la tierra un infierno para los animales
Arthur Schopenhauer

Imagen sacada de Animalia socialista


-En su comportamiento hacia los animales, todos los humanos son nazis (Isaac bashevis Singer)

-La no violencia conduce a la ética más elevada, lo cual es la meta de toda evolución.Hasta que no dejemos de lastimar a otros seres vivos, seguiremos siendo salvajes (Thomas A. Edison)

-Si cualquier niño se diera cuenta de lo que pasa en una granja industrial, nunca más volvería a tocar la carne.Me conmovió tanto la inteligencia, el sentido de la diversión, y la libertad de los animales con los que trabajé en Babe, que al final de la película me había hecho vegetariano (James Cromwell, actor en "Babe, el cerdito valiente")

- Primero fue necesario civilizar al hombre en su relación con el hombre. Ahora es necesario civilizarlo en su relación con la Naturaleza y los animales (Victor Hugo)

- Quizás la especie humana no sea más que un espantoso error biológico que se ha desarrollado hasta traspasar un punto en el cual ya no puede prosperar en armonía consigo misma ni con el mundo que la rodea (Richard Leakey)