La prueba del algodón de la ética: averigua si tu opinión ante una cuestión de carácter ético se fundamenta o no en tu interés; si compruebas que todos tus juicios coinciden con tu interés personal, cabe poner dichos juicios bajo sospecha: en muchas ocasiones los criterios éticos esconden un interés personal; los juicios sobre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto suelen disolverse ante lo que a uno le conviene y/o gusta.
Recuerdo que un alumno me dijo que estaba en contra de la tauromaquia . Cuando le pregunté si también mantenía opiniones similares en otros aspectos de la explotación animal, como la alimentación, dudó y dijo que no, que eso era una cuestión diferente. Sin duda, en el primer caso, su juicio estaba fundamentado en su nulo interés por los toros; no le gustaba. Por contra, en la otra cuestión primaba su interés particular por el resto de formas de explotación animal: disfrutaba comiendo carne, vistiendo cuero, etc.
Es fácil emitir juicios éticos cuando nada te vincula con el asunto tratado. Lo que realmente tiene valor es mantener una postura cuando ello te supone un coste o peaje personal. ¿Renunciarías a algo que te gusta mucho cuando te enteraras que ese algo se obtiene de forma injusta?
23 de noviembre de 2009
15 de noviembre de 2009
puñetazo al corazón

Pues sí, hoy acabo de recibir un fuerte puñetazo en el pecho, y me ha alcanzado en pleno corazón. El autor de esta agresión se llama "HOME". Su delito:en 130 minutos me ha arrancado bruscamente de mi plácido bienestar y me ha propinado una sonora bofetada en forma de cuadro general del mundo. Con unas imágenes espectaculares y reveladoras ha ido mostrando de una forma contundente, descarnada, cómo los humanos estamos convirtiendo a este planeta en una auténtica mierda. Conocida es la frase de Schopenhauer:"el hombre ha hecho de la tierra un infierno para los animales" Y para muchos humanos, cabe añadir.Lo curioso es que el insigne pensador vivió hace 250 años. ¿Qué diablos diría ahora?
Si bien el principio del documental transcurre de una forma un tanto lenta y espesa, hacia la media hora se van destapando los hechos, y lo que sale hiede de verdad; el espectador se ve confrontado con la inmensa locura que conlleva el modo de vida occidental: a través de una serie de escenas aéreas, a la vez hermosas y lamentables, se muestran las tremendas heridas que estamos infligiendo a diferentes zonas de la Tierra y el corazón duele -literalmente- con las brutales imágenes del 3er Mundo, los verdaderos paganos de esta tremebunda crisis demográfica y medioambiental que se va manifestando con fuerza creciente.
Lo bueno de este tipo de programas es que , tesela a tesela, podemos ir componiendo el mosaico completo de nuestro planeta. Es posible que, apoltronados en la diminuta celdilla uterina en que vivimos nos formemos una idea distorsionada de la realidad, que no veamos el problema general, pero si vamos uniendo cabos tendremos conciencia del cuadro más o menos completo, que resulta ser más que inquietante. Claro que quienes ocupamos los nichos de privilegio quizás no seamos conscientes - o no queremos serlo-, de la iniquidad inherente del modelo actual de desarrollo, pero nuestra perspectiva sería radicalmente diferente si habitáramos en infiernos humanos como Lagos, o en ex-paraisos en frenético proceso de degradación, como Indonesia , Amazonia o Malasia.
Lo malo de estos programas es cómo le dejan a uno: magullado, conmocionado, y preso de un tremendo sentimiento de culpabilidad. Las lágrimas derramadas denotaban angustia, al contemplar la inmensidad de la sistemática destrucción, e impotencia, por ser consciente de que la solución no está en manos de uno, sino en la de varios miles de millones de personas, en absoluto dispuestas a alterar sus hábitos a no ser que las cinematográficas escenas apocalípticas de Roland Emmerich lleguen a tomar cuerpo, en cuyo caso, será obviamente demasiado tarde.
Y ante la especial urgencia de la situación, ya que científicos, biólogos y climatólogos califican este momento como el más decisivo en toda la historia del Homo sapiens , no alcanzo a comprender cómo no se dan expresiones públicas de rabia por parte de la población concienciada. No me explico cómo los Medios de comunicación no se hacen eco como es debido de unas amenazas que han dejado de ser meras hipótesis (¿no es lógico pensar en programas como HOME, LA HORA 11 u otros del estilo, emitidos en horario de máxima audiencia y acompañados de un debate posterior?). No llego a entender a esta población abúlica, infantilizada, apacentada por la sociedad del bienestar, dispuesta a abdicar del conocimiento responsable y comprometido en favor del puro entretenimiento (homo ludens). Acabaremos siendo ahogados por nuestro propio detritus, y desde luego mereceremos la muerte por empacho.
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11 de octubre de 2009
Anuncios pseudobucólicos


Cada vez me indigna más ver la capacidad de manipulación de la realidad por parte de determinados spots publicitarios. Vale que la función de la publicidad es presentar el producto de una forma lo más idealizada posible, pero habría que determinar cuidadosamente cuáles son los lindes entre el maquillaje embellecedor y la pura publicidad engañosa.
Se pueden encontrar tales contornos difusos en múltiples tipos de anuncios, pero me centraré en un par que, casualidad, tocan el ámbito animal que, lo admito, tanto me obsesiona.
Fijáos en el de "Casa" Tarradellas, en el que mediante una suave melodía se nos presenta una Masía tradicional situada en pleno campo, entre doradas espigas, de donde se da a entender salen artesanalmente las pizzas y el espetec. La verdad es que ignoro si hay alguien tan inocentón como para imaginarse un cuadro así de bucólico, cuando la realidad, mucho más prosaica, es la de una gran nave donde los ingredientes van pasando por una cinta transportadora ante el control y manipulación de una serie de eficientes operarios, todo ello en un ambiente completamente aséptico, tecnificado, industrial. No,la evocación de esos caseríos anclados en el tiempo, donde el niño urbano admira la sabiduría rural del encantador abuelete en absoluto tiene lugar en las plantas de Tarradellas. Tampoco los cerdos, la "materia prima" del espetec y del jamón, se revuelcan alegremente por los barros que rodean a esa inexistente granja, ni las vacas que , digamos, aportan la leche y el queso de los productos Tarradellas, pacen en los amplios valles circundantes.Por desgracia, todo cambia por completo una vez nos apeamos de este cuadro pastoril ofrecido por la mercadotecnia Tarradellense.
Algo parecido ocurre con los spots de Mac Donalds con que machaconamente nos martillean todas las cadenas televisivas , donde se muestran vacas apaciblemente pastando en campo abierto, en unos valles de intenso verdor. Uno no puede evitar pensar en lo bien que se encuentran; ¡Pero si sólo les falta sonreir! También en este caso la tonadilla es agradable, tranquilizadora, como si musicalmente se nos quisiera transmitir un mensaje de paz cuasigandhiano:"todo es correcto, consumidor, no te preocupes por naaada" Y el remate a la mistificación publicitaria es el cuidado que se toma por denominar al producto cárnico como "carne de vacuno", con lo que se evita mencionar el mucho más biológico término "vaca", que pudiera llevar a plantear preguntas incómodas e impertinentes.
Esta manía por pintarnos un cuadro bucólico, falaz hasta la náusea, se repite en otros anuncios relacionados con productos animales (leche, queso, jamón...) Es posible que los consumidores estén dispuestos a dejarse inyectar esos anuncios-placebo, a tragarse la engañifa de animales felices -después de todo,como partes interesadas, les conviene hacerlo- , pero para aquellos que quieran conocer la verdad desnuda, basta una ojeada por cualquiera de esos pabellones de engorde que salpican toda nuestra geografía para que toda esa hermosa imagen pastoril quede abruptamente hecha trizas.
Está claro que este mundo es de quienes poseen los medios económicos de imponer su visión falseada de las cosas. A quienes sabemos cómo es la triste realidad sólo nos queda el pataleo y la remota esperanza de que alguna vez estos burdos fraudes queden al descubierto
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27 de septiembre de 2009
Los mugidos del silencio

En ocasiones me pregunto si merece la pena seguir enterandome del dolor y sufrimiento que no me rodea, que no escucho, que no observo, pero que indudablemente existe. Pienso si en lugar de sumergirme en toda la mugre que desprende esta civilización brutal y sanguinaria pero cuidadosamente lavada y de aspecto lustroso, no debería mirar a otro lado y, simplemente optar por desapegarme de todo ello. Al fin y al cabo, esto es lo que hace la gente, actuar como si no existiera un apestoso cenagal de injusticias y atropellos más allá de nuestras narices, o, peor aún, hacer como si nada nos vinculara a él. Y a uno le tienta eso de no darse por enterado, pues al leer sobre el horror uno lo interioriza y el sufrimiento acaba por impregnarle a uno, por ósmosis, y se corre el peligro de dejarse arrastrar por la desesperación, por el hastío vital, por el lóbrego tunel de la misantropía. Dan ganas, pues, de dar un portazo al desván de los horrores y sumarse al mundo de yupi, al disneyworld infantilizado de Nunca Jamás donde nada abyecto tiene lugar. No parece tan complicado: en lugar de digerir amargos documentales de denuncia, puedo disfrutar con "Shrek" o con comedias del tipo "American Pie" y en lugar de retorcerme con la lectura de "Eternal Treblinka" o "Ecocidio", puedo pasármelo pipa con "El señor de los anillos", ¡escapismo a tope! Bueno,también se puede ir infinitamente más lejos y hacerse fan icondicional de er Betis o dedicarse a seguir la pista de las andanzas de Belén Esteban o de Pipi Estrada...Y es que disponemos de un amplísima gama de divertimentos de diferentes grados de alienación. En fin, que es cierto que si el conocimiento de la realidad conduce a la amargura, uno tiene la opción de huir de esa realidad y convertirse en un ignorante feliz. Claro que sospecho que entonces me atormentaría el "prefiero ser un Sócrates insatisfecho que un cerdo satisfecho" ¡vaya, entonces resulta que mejor ser un amargado informado que un risueño escapista! Será que quien sale de Matrix no está dispuesto a volver a él, por muy desagradable que sea la estancia en el "nabucodonosor" y placentera la vida en la caverna. A amargarse, pues.
Todo esto viene a cuento por mi reciente lectura de un capítulo del libro "Thanking the Monkey", en el que se relatan las desventuras de todo ternero que haya tenido la inmensa desgracia de nacer de una madre procedente de una planta de produción láctea. Y , sí,he padecido intensamente al ponerme en el lugar del recién nacido, al que a los pocos días de vida le apartan de su madre, a la que no volverá a ver jamás, y lo condenan a una miserable existencia de aislamiento, angustia e inmovilidad dentro de un minúsculo cajón -los infames veal crates-. Me cuesta figurarme un acto más vil y despreciable que esto, todo un símbolo del absoluto desprecio (en su sentido original:quitar valor)que los humanos tienen de la vida animal. Pasarán los días, y las semanas, en las que la desgraciada criatura, desesperada por su completa inmovilización, angustiada por su extremo confinamiento, privada de su leche materna, recibirá un sucedáneo lácteo ausente de hierro (para que su carne tenga un aspecto claro y sonrosado, tan apreciado por los sibaríticos consumidores), lo que acrecentará si cabe su tormento. Y así, tras unas catorce semanas de suplicio, el pobre animal habrá de encontrar su liberación en el matadero.
¿Extraña que maldiga a una civilización que es capaz de asumir tales prácticas como un hecho normal?
Los nazis no solían detestar a sus víctimas; simplemente concedían un valor nulo a sus vidas. De igual manera, la presente sociedad nazi tampoco odia a sus miles de millones de esclavos animales sino que ha llegado al extremo de considerarlos como meros objetos de mercado.Cuando la lógica (?) industrializadora se aplicó al ámbito ganadero, el criterio preeminente fue la eficiencia en la producción, con lo que los animales fueron "producidos" y criados de una manera mecanizada, sin tener la menor consideración por sus intereses vitales más básicos. Así se explica la concentración del mayor número de animales en el menor espacio posible, los sistemas modernos de cebado intensivo, la administración sistemática de antibióticos y hormonas, así como las diversas formas de manipulación de los prisioneros para maximizar la producción (castración, amputación de rabos,cuernos, picos, dentadura...todo ello sin anestesia) Y es aquí donde podemos enmarcar la mencionada brutalidad a la que se somete a millones de terneros recién nacidos, en medio del más completo desconocimiento o indiferencia de la ciudadanía, sólo preocupada por disponer de un suministro regular de productos animales baratos.
Me pregunto que ocurriría si alguna gran cadena televisiva emitiera un reportaje sobre la infravida de los terneros...¿Cuál sería la reacción del gran público? Si su respuesta expresara una fracción de la indignación que se me apodera cada vez que pienso sobre ello, el escándalo sería mayúsculo. Claro que, ingénuo de mí, tal emisión nunca tendrá lugar en tanto que los medios de comunicación sean cautivos y cómplices de los intereses económicos que hacen posible esta indignidad.
Por lo menos, espero que por medio de estas líneas podáis imaginar lo que se me pasa por la cabeza cada vez que observo a alguien dar cuenta de un "buen" vaso de leche...una leche manchada de sangre
20 de septiembre de 2009
¡Malditos bastardos!

Aprovecharé el título de la última peli de Tarantino para calificar de "malditos bastardos" a los organizadores del nauseabundo rodeo celebrado recientemente en Madrid. No contentos con las manifestaciones de tortura patrias (la fiesta nacional) tienen que importar barbarie de otras tierras. Porque barbarie es hacer un show del desesperado sufrimiento de un animal inocente al que han estrujado su cuerpo con unas correas alrededor de sus genitales, de ahí sus violentas, enloquecidas contorsiones, que la gente erróneamente atribuye a su condición de animal salvaje.
Las corridas de toros se exportan a Las Vegas, a China, mientras que nos abrimos gustosamente a importar exóticas formas de tormento a los animales; curiosa globalización de la brutalidad humana. En lugar de ahondar en nuestra capacidad de empatía, hay quienes buscan nuevos medios de saciar su sádica sed de violencia. Supongo que la máxima Gandhiana:"la grandeza de una nación y su progreso moral de una nación pueden ser juzgados por el modo en que se trata a sus animales" puede aplicarse a seres humanos individuales. Por eso no dudo en exclamar: ¡malditos bastardos!
16 de agosto de 2009
¿Respeto a la especie?

El otro día vi el anuncio televisivo del FROM, ése en el que sale un tipo ataviado de marinero y afirma con un tono enfático:"respetar las tallas mínimas está en nuestras manos. Y es tan fácil como esto" y a continuación salen las medidas convenientes de una merluza, un boquerón y una sardina. Y me acordé del otro anuncio en el que se aboga por la pesca tradicional del Bonito del Norte y se remata con un "respetuosa con la mar y con la especie" Como puede verse, el sector pesquero gusta de emplear este concepto de "respeto" y lo aplica de un modo un tanto particular:al mar, a las tallas mínimas, a la especie...Y todo esto me recuerda también a la actitud del ecologismo estándar (Greenpeace, Ecologistas en Acción, etc) que lanza ciertas iniciativas tendentes a la defensa y protección de determinadas especies con vistas a evitar su inminente extinción. Se trata de llamativas campañas para defender al lince ibérico, a la ballena Yubarta, al oso pardo cantábrico etc.
El caso es que puede parecer chocante el vincular las campañas de ecologistas con las del sector pesquero, pero se aprecia claramente que ambos comparten una misma idea: preservar las especies. ¿Con que fin? En el caso del FROM no cabe duda alguna de que las especies tienen un valor puramente instrumental; sirven para que el ser humano pueda hacer uso de sus individuos indefinidamente, es decir, que el suministro de pescado nunca se agote. En cuanto a los grupos ecologistas, los motivos son bastante más diversos y habrá quienes hablen del valor intrínseco de las especies y otros que defenderán su valor instrumental.
En todo caso, insisto, todos hablan del respeto a la especie. ¿Pero qué diablos son las especies?
En realidad, una especie no deja de ser una forma de abstracción: la colección de individuos que tienen la capacidad de reproducirse entre sí. Es curioso, pero esto recuerda bastante al problema planteado por Platón hace 25 siglos,en el que , mediante una radical división de la realidad, distinguía los objetos del Mundo Sensible (árbol, caballo), de las Ideas que habitan el mundo Inteligible, más allá de la realidad material (La cualidad de árbol o "arboreidad" , la esencia del caballo o "equinidad"),siendo para el ilustre filósofo mucho más real la Idea que el ser concreto y material. Pues, salvando las distancias, en el caso que nos ocupa, tanto para los grupos ecologistas como para los intereses pesqueros lo que cuenta es la abstracción, la especie, y no los individuos concretos que la integran, que pueden ser convenientemente sustituidos unos por otros. Esto queda bien retratado con la actitud de ciertos miembros de Greenpeace que no veían contradicción alguna en alertar sobre la situación de los cetáceos al mismo tiempo que daban buena cuenta de un suculento plato de ballena en un restaurante japonés.
Y así reparamos en el principal punto de desencuentro entre los grupos animalistas y los ecologistas estándar (insisto en calificarles como estándar para distinguirlo de otros tipos de ecologismo que sostienen puntos de vista diferentes): mientras que aquéllos ponen el énfasis en los individuos concretos,como sujetos de su propia existencia, en su deseo de de vivir en libertad y sin sufrimiento, éstos desdeñan esta cuestión y se centran en luchar por la pervivencia de las especies , sin preocuparse por la calidad de vida de sus integrantes. Es decir, los atunes pueden consumirse sin reparos éticos de ningún tipo, pero es fundamental que los atunes abunden. Esto equivale a un "pezqueñines no gracias", indistinguible de los intereses pesqueros.
Los partidarios de la Liberación Animal hemos sido frecuentemente acusados de no sumarnos al cada vez más poderoso movimiento medioambientalista, de trazar una clara línea divisoria respecto a ellos. Se dice erróneamente que ambos tendemos hacia objetivos parecidos , cuando la crucial distinción entre el respeto al individuo o el respeto a la especie dinamita toda conjunción de intereses.
Con todo, uno prevé que el ecologismo evolucionará con el tiempo hasta una inequívoca llamada a llevar una dieta vegetariana, aunque esto sea solamente en razón de la cada vez más evidente insostenibilidad del actual modelo pecuario, emisor de enormes cantidades de metano, generador de enormes cantidades de residuos,derrochador de agua y tremendamente ineficiente como productor de alimento. No serán motivos éticos los que les llevarán a tal cambio de postura, pero al menos esto abrirá nuevas posibilidades de entendimiento con ellos. Hasta entonces, lamentablemente, no queda otra que situarlos junto al FROM...
5 de agosto de 2009
¿Hay alguien ahí?

¿Qué nos dice una mirada bovina? Probablemente poco; habrá quienes, en una suerte de impulso pavloviano vean tan sólo un filete. Otros observarán un semblante opaco, apenas expresivo, del cual extraerán la idea de un ser emocionalmente amorfo. Si además pensamos en sus monótonos y aparentemente anodinos hábitos de comportamiento (pastar-descansar) ya tenemos todos los ingredientes para clasificar a una vaca como un ser apático,plano, escasamente interesante e incluso poco interesado en su propia existencia. Y a partir de aquí es fácil caer en la tentación de considerarla como poco más que una gran fuente de carne y/o leche.Porque su gran maldición es que su inexpresivo aspecto y apacible carácter la convierten en un animal altamente "cosificable", un error de bulto que responde a un descarado interés (el de explotarla a nuestro antojo) y que por otra parte obedece a un pecado de antropomorfismo frecuente entre los humanos: desde tiempo inmemorial -véanse las prácticas totémicas- hemos tendido a ensalzar las cualidades animales admirables para el ser humano, mientras que hemos despreciado a aquellos animales carentes de ellas. Por eso se reverencia el "coraje" del león, la fuerza del toro,la "inteligencia" del elefante, la "fidelidad" en el perro, la, digamos, "dignidad" del águila....pero apenas encontramos en la vaca un valor en el que quisiéramos vernos reflejados.De esta manera, tanto por interés como por este tipo de criterios antropomórficos, se jerarquiza el valor de las distintas especies de una manera tan arbitraria como injusta, pues se desdeña completamente una característica objetiva común a todas las especies: su interés por vivir
Y el caso es que, recién llegado de la granja santuario de California ,tras haber tenido el privilegio de interactuar con varios de sus residentes, me duele especialmente esta ínfima consideración que se tiene a los denominados "animales de granja". Allí pude observar que, lejos de la imagen abúlica e indolente que nuestra sociedad proyecta sobre estos animales, era evidente que cada vaca, cada cabra, cada cerdo poseía unos rasgos propios, una individualidad en suma, así como una disposición particular hacia los visitantes humanos que se acercaban a ellos. En el caso de los bóvidos, por ejemplo, había individuos amistosos, algunos incluso entusiastas - a juzgar por los briosos lametones que nos "propinaron"-, mientras que otros nos demostraron una total indiferencia , cuando no hostilidad desde la distancia. También me impresionó el carácter amistoso de las cabras, visiblemente alborozadas por tener la oportunidad de jugar con humanos, que frecuentemente expresaban a base de suaves empellones
Sí , definitivamente en esos seres hay "alguien" y no "algo", como pretenden hacernos creer quienes tienen intereses comerciales en su salvaje explotación. Es maravilloso sentir el pálpito de un deseo de vivir gozoso, puro, desprovisto de trampas ni artificios. Emociona asistir a una escena en la que la vida no queda ahogada ni desvirtuada por espurios intereses humanos. Y conmueve observar a esta exigua muestra de seres afortunados,en brutal contraste con millones de congéneres suyos que languidecen y se pudren hacinados en pabellones de engorde y exterminio donde son exprimidos sin piedad; este díptico tan dispar expone de forma descarnada por un lado el crimen que la especie humana ha venido perpetrando contra la dignidad de la vida animal, y por el otro muestra cómo deberían ser las cosas en un mundo donde los conceptos de respeto, empatía y justicia no quedaran circunscritos a nuestra propia especie. Urge una reevaluación del lugar del ser humano con respecto a su entorno; se impone la superación crítica de la mentalidad social imperante que ve cosas donde hay animales sensibles. Ojalá algún día la gente mire a una vaca a los ojos y vea a "alguien" y no "algo". Merece la pena luchar por ello.
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