30 de junio de 2009

en torno al especismo



En los ámbitos animalistas es frecuente oir los términos "especismo", "especista" y "antiespecista", pero mucho me temo que la acepción de cada uno de estos conceptos puede diferir bastante entre quienes los manejan.Y es que ¿Hasta qué punto todos entendemos lo mismo por "especismo"? En el reciente Congreso vegetariano celebrado en Santander, mi admirado Samuel Guerrero trató de dilucidar esta cuestión en su emotiva ponencia "El especismo existe. El veganismo, también". En ella, se propuso entre otras cosas averiguar cuál es el origen de nuestros prejuicios especistas, para, una vez definido, sugerir la solución para combatirlos.Y recuerdo que me llamó bastante la atención su retrato del ser humano como no especista por naturaleza y que son "factores exógenos" como la educación, la familia y los medios de comunicación los que van imponiéndonos las sucesivas capas especistas que acabarán por adherirse a nuestra personalidad. En pocas palabras, que es la cultura humana la que convierte en especista a un humano de natural no especista. Se trata de un enfoque atractivo,de un estilo marcadamente rousseauniano,y muy conveniente para nuestros fines, pero considero que la realidad es bastante más compleja que todo esto. Es posible que el error consista en tener una idea demasiado monosémica, encorsetada del especismo, y que por el contrario habría que distinguir diversos niveles y matices en este concepto. Y para profundizar en el tema, creo imprescindible una seria reflexión sobre la naturaleza humana:¿Qué somos por naturaleza? Quizás así podríamos determinar si el especismo tiene una base biológica o por el contrario cultural de tipo antropogénico.O acaso una mezcla de ambas...
Como no dejamos de ser un producto de la evolución, podría resultarnos de cierta utilidad observar a los animales no-humanos para así determinar si cabe pensar en una actitud especista, o al menos embrionariamente especista en ellos. Vertamos sobre ellos la definición de "especismo": ¿Es cierto que los chimpancés discriminan a otras especies, las tratan peor por el mero hecho de no ser chimpancés? Ciertamente, no parecen tener una gran consideración hacia las termitas, que devoran con fruición, ni siquiera hacia sus filogenéticamente más próximos monos colobus, a los que cazan en espectaculares expediciones. Tampoco cabe suponerles afligidos ante un cervatillo recién cazado por un leopardo. Por el contrario, impresiona cómo observan los patrones de comportamiento establecidos por la comunidad de chimpancés, en los que asistimos a constantes ejemplos de amistad, altruismo recíproco,lealtad, y una amplísima variedad de comportamientos regulados. Visto así, parece lícito pensar en un nivel elemental de especismo en los chimpancés. Tampoco podemos olvidar que entre casi todas las especies animales existe este comportamiento básico que discrimina (distingue) con claridad los individuos de su propia especie de los que no lo son. Así, no resulta concebible el que un hurón devore a otro hurón, y sí lo haga sin miramiento alguno cuando se trata de un conejo...¿Es esto especismo?
Probablemente haya quienes objeten a esto que es ilógico aplicar el término "especismo" fuera del ámbito humano (con lo que habría que replantearse su definición...), ante lo cual sugiero reflexionar sobre la situación de un grupo humano aislado,libre de toda injerencia cultural previa, o, lo que es similar, pensemos en nuestros más remotos antepasados humanos , en un homo sapiens pretecnológico y precultural (en realidad dudo de que tal cosa sea posible, que el homo sapiens sea indisociable de la cultura y tecnología que debió de crear desde sus mismos comienzos...pero en fin)¿Es realista concebir un tipo humano naturalmente no especista, y que considerara a las demás criaturas en un plano similar a los de su propia especie? De ninguna manera; en la misma línea que lo comentado sobre los hurones y chimpancés, no cabe duda de que en ese homo sapiens primigenio existiría necesariamente una radical diferenciación entre sus congéneres y los que no lo fueran.En consecuencia, creo firmemente en esta suerte de "especismo Biológico" presente al menos en los grupos taxonómicos más próximos (que ya me estoy imaginando referencias a los insectos, por ej, de la mantis, para intentar refutar mi idea...), del que ciertamente no escapa nuestra especie. Así,esta capacidad de discriminación entre la propia especie y las especies ajenas, con todas las consecuencias que ello acarrea, tiene pleno sentido desde el punto de vista evolutivo y, al contrario, hubiera sido biológicamente contraproducente, incluso en ocasiones desastroso el que esto no hubiera tenido lugar.
No obstante, el hecho de afirmar la existencia de este tipo de especismo básico no excluye el que también se pueda determinar otra clase de especismo, calificable de "antropogénico", propio y único del ser humano que sí se deriva de nuestro desarrollo cultural, generador de tradiciones y valores perdurables. Está claro que es a esto a lo que se refiere la gente cuando emplea la palabra objeto de este artículo. No cabe duda de que , por nuestra maravillosa variabilidad, cada sociedad humana ha ido tejiendo cosmovisiones de muy diversa índole, y algunas culturas han abogado por una mayor inserción del ser humano en la naturaleza que otras, más dadas a encapsular a nuestra especie en un áura de sacralidad ("la especie elegida", dicen)
En cualquier caso, en casi todas las sociedades humanas se ha dado un cierto grado de discriminación arbitraria de los demás animales. Nos gusta pensar que tal discriminación se debe en su origen a la más pura necesidad , que nuestros antepasados humanos se vieron obligados a alimentarse y vestirse con otros animales, y así abrigamos la idea de que, en un hipotético marco de un clima ideal, rodeados de tierras que ofrecieran abundantes frutos, plantas y semillas, nuestro especismo brillaría por su ausencia...La verdad es que esta idea no llega a convencerme y, una vez más , tiendo a pensar que el especismo está mucho más pegado a nosotros de lo que queremos reconocer.

Quizás sea conveniente ahora echar una ojeada al otro concepto, el "antiespecismo" y tratar de especular sobre su carácter. Si bien previamente he hecho hincapié en una poderosa tendencia biológica a tratar con desigual consideración a nuestros congéneres de los que no lo son, y a una igualmente marcada deriva cultural que nos lleva a resaltar y glorificar nuestra condición humana en detrimento del resto de los animales, también cabe postular una fuerza que actúa en un sentido opuesto y que, una vez más, es susceptible de sufrir una subdivisión:por un lado los sentimientos de empatía y de contagio emocional interespecíficos, cuyas formas más embrionarias se encuentran presentes en algunas especies animales, y por otro, la "adquisición" de la ética por parte del homo sapiens, rasgo éste que nos corresponde en exclusividad, y que, en función del uso que se haga de ella, nos convierte en el ser más encomiable o abyecto del mundo animal. Ciertamente, puede parecer forzada esta separación entre el sentimiento de empatía y la ética, cuando es lógico pensar que lo segundo proviene de lo primero, pero ahora me interesa destacar la ética como una conquista propia del ser humano, y sujeta a los vaivenes de la historia.
Es innegable que los humanos estamos capacitados para sentir aprecio y respeto por individuos que no pertenecen a nuestra especie, de la misma manera que podemos demostrar exactamente lo opuesto, desprecio -etimológicamente hablando:quitar valor- y falta de respeto, hasta llegar a negarles su misma animalidad. Somos, pues , una especie compleja que, en función de la mentalidad y valores que rijan nuestras vidas, podemos mostrar una amplia gama de actitudes hacia los animales (humanos incluidos). Pues bien,pese a que esta predisposición para empatizar con otros animales puede calificarse de natural, me parece que el antiespecismo, que supone un escalón superior al de la mera empatía, corresponde a un proceso racional profundo, mucho más ligado a la ética, y que hay que enmarcar en el proceso de la evolución cultural del ser humano. Y es que, independientemente del hecho de que a lo largo de la historia hayan surgido, como brotes aislados, algunas personas que han desafiado el antropocentrismo arrasador imperante (Leonardo da Vinci, Plutarco etc, así como, se supone, otros que no han dejado su legado para la posteridad) sólo cabe concebir el antiespecismo como movimiento ideológico a partir de los siglos XIX-XX , y como un eslabón más en el proceso de maduración ética de la especie humana en su progresiva ampliación del concepto de empatía. De hecho, si observamos la Historia humana a vista de pájaro , veremos con bastante claridad tal proceso de maduración, que en sus diferentes peldaños, fue abriendo el concepto de respeto y justicia, desde lo que fuera originariamente la tribu o clan, hasta el actual y aún utópico objetivo de la fraternidad y justicia universal,pasando por las todavía pendientes cuestiones de igualdad en lo referente al sexo, raza etc. De modo que queda claro que el tema de la consideración ética a los animales queda vinculado a este proceso dialéctico (cambiante)en el que constantemente se ven inmersas las diferentes sociedades humanas.
En conclusión, considero importante una reflexión profunda de lo que supone un concepto que puede llevar a no pocos equívocos y simplificaciones,máxime cuando la palabra "especismo" ni siquiera figura en la Real Academia de la Lengua. Si pretendemos ganarnos algún reconocimiento y aceptación social, hemos de ser precisos y rigurosos en estas cuestiones

12 de junio de 2009

Lo de Ronaldo


¡Vaya lío se está montando con el fichaje del Portugués! Ahora resulta que la inversión de Florentino (94 millones de euros) suscita una encendida polémica y todos se ponen a cuestionar violentamente la ética de semejante dispendio. Pues uno ya no entiende nada. ¿Será que repentinamente la gente, los Medios, se han caido del guindo, que acaban de caer en cuenta que esa sociedad de mercado en la que nos hallamos, sujeta a la ley de la oferta y la demanda, es así? ¿Qué ley económica se ha violado?¿Un supuesto código deontológico que preconiza la mesura empresarial? ¡No me hagan reir!¿Y por qué diablos aparecen súbitamente esos datos que muestran lo que se podría comprar con 159 millones de euros (Ronaldo+kaká)? Demagogia infame, pues, que uno sepa, no aparecen semejantes desgloses ante las disparatadas ganancias de cualquier celebridad que anuncie un producto Danone, ni tampoco se sugiere todo lo que se podría conseguir con todo lo que cuesta montar una gira de U2, o con los gastos derivados de un sólo Gran premio de Fórmula 1, o con la organización de una final de la Champions,o con una estancia de siete noches en el hotel Burj al-arab en Dubai, o con un sólo día de publicidad de "El Corte Inglés"... Por no hablar de las colosales cifras que se manejan en el mundo del cine...¿Cuántos hospitales se podrían edificar con los gastos de las cinco pelis más taquilleras del año?
Si se desea criticar la lógica del libre mercado, de acuerdo, pero que se cuestione en todas sus manifestaciones, lo cual llevaría inevitablemente a poner en tela de juicio el sistema en sí. Florentino no ha hecho sino aplicar las reglas que el liberalismo económico impone. Y no cabe imprecar histéricamente contra el sobredimensionamiento del mundo del fútbol precisamente en este momento,pues esto ya viene sucediendo desde hace bastantes décadas, aparte de que son esos mismos medios de comunicación que se llevan hipócritamente las manos a la cabeza, quienes más han hecho por la entronización del becerro de oro balompédico.
El gasto del fichaje de Ronaldo no es más que un símbolo, uno más, de la inanidad e iniquidad de un modelo económico injusto, cruel e insostenible, y que paradójicamente, pese a la riqueza material que es capaz de generar, acaba por empobrecer a sus adoradores.

8 de marzo de 2009

la ignorancia deseada

Quienes me conocen saben de mi veganismo, y también que éste responde a una elemental pero profunda motivación ética: evitar infligir daño alguno a ningún animal a no ser que sea necesario.(y entiéndase este "necesario" en un sentido estricto)

No suelo ejercer de animalista militante, o sea que ni siquiera amigos o familiares habrán tenido que aguantarme peroratas sobre el tema; supongo que mi probada contención y mesura se debe al pudor de quien no desea ser tenido por predicador de causas que no se quieren conocer, o sea que mis tendencias proselitistas (vegangelizadoras, como lo calificó un interviniente del foro vegetariano) se disparan únicamente en el infrecuente caso de que mi interlocutor,por propia iniciativa, me interpela sobre mi inusual proceder. Algo que agradezco, pues me permite liberar ideas que apenas puedo expresar fuera del endogámico ámbito animalista.

Ahora bien, me pregunto por qué la gente no quiere saber; cuando les hablo de documentales que muestran con toda crudeza las diferentes formas de explotación infligidas sobre los animales (Earthlings, Peacable Kingdom, etc), la reacción más frecuente es de rechazo, y me dan a entender que, simplemente, el tema no les interesa, y que no les apetece contemplar escenas desagradables. Da así la impresión de que no hay nada que vincule a esas personas con las terribles imágenes que se muestran en tales programas; y se autoengañan. Por mucho que la sociedad se afane por borrar todo rastro que relacione los muslos de pollo en los supermercados con el indescriptible sufrimiento que tiene lugar en las fábricas de engorde, tal vinculación existe. Y al no querer ver esta relación causal, la gente simplemente opta por mirar hacia otro lado para así seguir viviendo en el Pais de las Maravillas, donde chuletas, codillos y jamones brotan como por ensalmo.
Está claro que a la gente no le agrada enterarse de la tenebrosa realidad de prácticas habituales que les puedan provocar un sentimiento de culpabilidad. Tampoco muchos ciudadanos de la Alemania nazi deseaban conocer qué ocurría a varios kilómetros de sus poblaciones; el averiguar esa terrible realidad podría ponerles en una comprometida situación: la de tener que enfrentar su ética con el espanto que tenía lugar a su alrededor, y del que indirectamente se beneficiaban. ¿Acaso no ocurre hoy en día algo similar en el 1er Mundo, que vuelve su cabeza hacia otro lado para no tener que admitir que prospera a costa de los mal llamados paises en vías de desarrollo?

Considero un acto de coherencia el mirar de frente a la realidad, por dura que nos resulte, o por muy frontalmente que choque con nuestros intereses. Creo que constituye un acto de cobardía el aducir que una cuestión de índole ética no interesa, cuando uno se halla implicado en el problema.

Y sí, prefiero con mucho un carnívoro que mantenga su postura tras haberse enterado de la realidad que otro que lo sea evitando cobardemente todo conocimiento de la misma.Como sostengo que la ética implica conocimiento, me gusta pensar que si alguien me informa de que algún producto del que soy consumidor conlleva algún tipo de explotación, no optaré por cerrar los ojos y mirar hacia otro lado sino que trataré de averiguar su verosimilitud y actuar en consecuencia.Como se dice en cierto anuncio televisivo:"podría ignorar,pero prefiero saber"

20 de febrero de 2009

corazón taurino


No soy en absoluto aficionado a los espacios "rosas", pero de lo poco que he visto, no ha habido vez en que no apareciera un reportaje (por llamarlo de alguna manera) dedicado a algún matador de toros: sean sus amoríos, sus desengaños, la descripción de sus espectaculares cortijos, o simplemente el retrato del torero, con sus proyectos, sueños y aficiones(siempre aparecen rodeados de perros o de caballos, a los que dicen estar tan unidos...¡conmovedor!), lo cierto es que parece indiscutible que estos personajes constituyen uno de los ingredientes imprescindibles en cualquier magazine dedicado al mundo del famoseo. Y sorprende que estos artistas de la muerte figuren en tales programas o revistas con mucha mayor asiduidad que popularísimos deportistas u otras celebridades. ¿Por qué será? La inmediata respuesta es que los toreros parecen más propensos que otros famosos a relacionarse con supermodelos, miembros (¿Miembras, Bibiana?) de la nobleza, divas bien posicionadas en este universo glamoroso o incluso con otras féminas que transitan el perifamoseo, aspirantes a convertirse en "primeras espadas" del papel couché.Mas no es fácil determinar hasta qué punto pueda ser que muchas chicas famosas se vean atraidas por el sangriento perfume que destila de sus chillones trajes de luces,que sientan una morbosa pasión por el oficio de esos ilustres matarifes, rodeado de un aura de noble , varonil y mal entendido heroismo.

No obstante, uno se huele que hay algo más; que en esa estrecha vinculación ( "maridaje" pa los pedantes) entre lo rosa y lo taurino pueden ocultarse ciertos intereses tendentes a inocular en la sociedad la respetabilidad de la tauromaquia. Así, cuando el espectador/radiooyente/lector se encuentra diariamente con noticias relacionadas con el mundo taurino, de alguna manera éste pasa a formar parte de su cotidianeidad y por lo tanto es inconscientemente aceptado como una realidad .(hace ya tiempo que los filósofos advirtieron que lo que nosotros entendemos por "realidad" no es sino una construcción social...) Se trata de una manera muy efectiva de "naturalizar" algo, de igual manera que el fútbol , a base de su constante, machacona inclusión en todo medio informativo, es percibido como una realidad de la que apenas se puede prescindir.
De aquí se sigue que todo movimiento antitaurino se topará con dos tipos de obstáculos: por una parte el proveniente del ámbito taurino propiamente dicho, que a pesar de su poder económico se encuentra en franca decadencia, y por otra la de la opinión pública en general que, previamente preparada por los medios de comunicación, se mostrará indiferente al tema, cuando no abiertamente hostil a los antitaurinos, empeñados en arrebatar al país ese elemento de cotidianeidad al que antes me refería. Puedo imaginarme a miles de señoras lectoras habituales del "Hola", y/o fieles seguidoras de los programas rosas de TV sintiéndose incómodas ante las invectivas proferidas contra sus figuras cercanas, ya casi de la familia, (Cayetano,Jesulín...) por más que ninguna haya pisado jamás un ruedo. Esos toreros han pasado a formar parte de su mundo: Una indiscutible victoria para los intereses taurinos (más bien tauricidas). Se trata, pues de un desagradable caso de simbiosis: el mundo rosa añade carnaza a sus espacios y a cambio incorpora a la tauromaquia al tejido social. Y en realidad esto no sucede solamente en el ámbito del cotilleo; hace unos días tuve que sufrir la chirriante escena del futbolista brasileño del betis Ricardo Oliveira ataviado con el traje de luces .Y ya va siendo frecuente tal inclusión de la iconografía taurina en programas deportivos...
Se observa, pues, que la tauromaquia cuenta con poderosos e influyentes apoyos -los medios de comunicación- y esta constatación preocupante dificulta enormemente la labor que los antitaurinos hemos emprendido para extirpar de nuestro pais este monstruoso e indigno espectáculo.

15 de febrero de 2009

Un replanteamiento teológico


Estaba duchándome, cuando se me ha ocurrido lo siguiente: Me resulta curioso que los humanos nos hayamos enfrascado durante siglos en profundos y apasionados debates sobre la existencia o inexistencia de Dios (o Dioses), cuando lo cierto es que tal cuestión es absolutamente secundaria a lo que verdaderamente nos concierne y angustia: la permanencia post mortem de nuestro "yo". Y considero un error de bulto, aun cuando esté tan sumamente extendido, que se vincule mecánicamente la existencia de Dios a la inmortalidad del alma. Si se piensa detenidamente en este aspecto, no se ve nada que ligue necesariamente ambos conceptos, o sea que si Dios existe, caben lógicamente dos posibilidades:
-o que Dios haya dispuesto que mi "yo", mi esencia, mi alma se perpetúe bien sea en el paraiso o en los infiernos
-o bien que quien nos ha creado nos haya puesto una fecha de caducidad; con la muerte, somos destruidos,y no sólo físicamente: bye a nuestro querido "yo". Esto es algo con lo que ningún deista parece contar, pero desde el punto de vista lógico no puede de ninguna manera ser descartado.
Claro que hay quienes (hinduistas, budistas, Panteistas...)recurren a otra vía:tras la muerte (haya reencarnaciones o no), nos fundimos con el cosmos o con la divinidad,o con Lo Uno o como se nos ocurra denominarlo, de tal manera que pasaríamos a un estadio diferente -superior- de existencia.Como consideran el "yo" como algo ilusorio, engañoso, ponen todo su énfasis en un estado de existencia diferente a todo lo que conocemos. Esta vía es ingeniosa y muy poética, pero al fin y al cabo irrelevante para mí, pues si mi "Yo", mi principio de individuación se pierde o disuelve, a todos los efectos es lo mismo que la desaparición: no puedo, en términos humanos -los únicos de que dispongo- concebir un ser sin un "yo" individual; la fusión implica de facto, mi destrucción.

Sobra indicar que la posibilidad restante, la de la no existencia de Dios, conduce indefectiblemente al fin de mi "yo":El cese de mi actividad cerebral supone el fin absoluto y definitivo. Entonces me pregunto si existe alguna diferencia significativa entre la no existencia de un Ser Creador y la existencia de un Ser tal pero que no contemple la pervivencia de mi "yo"....Por lo que a mí concierne, es lo mismo :si yo no existo, ¿qué mas me da si hay un Dios , un Olimpo repleto de ellos, o nada en absoluto?
Claro que todo seguidor de una religión establecida (monoteista, principalmente) descartará un Dios así, amparándose en ciertos textos sagrados, o en cierta autoridad supuestamente docta en estos temas, que garantizan que El Creador es tal como le han contado, esto es, que contempla la inmortalidad del alma humana.Ya, es más fácil obedecer que pensar, o sea que muchos evitarán a toda costa plantearse nada en absoluto, y optarán por refugiarse en sus cómodas "certezas"

Pero por lo que a mí se refiere,lo expuesto anteriormente quizás me obligue a replantearme mi etiqueta de "ateo" por la de "no creyente en la inmortalidad del alma" que, repito, es lo que en definitiva me importa...

Relacionada:
Es muy recomendable el texto del teólogo Lenaers, que se puede bajar desde el enlace.
12. PAN INTEGRAL EN VEZ DE CHOCOLATINAS ¿Hay una vida después de la muerte?

11 de febrero de 2009

A los escépticos del calentamiento global


A los ciudadanos de a pie hay ciertos temas que nos sobrepasan; sencillamente, no podemos ser lo suficientemente expertos como para comprobar por nosotros mismos cuestiones de complejísima profundidad científica. A diferencia del tema animalista, del que soy lo bastante competente como para estar 100% seguro del sufrimiento animal , de las terribles dimensiones de su explotación, y de la no necesidad de su uso (por lo cual se convierte en "abuso"), hay temas como "el calentamiento global", "la energía nuclear" etc en los que los legos no podemos ser competentes, y por lo tanto hay que dar "un salto de fe", es decir, creer en una opción por razones ideológicas, por intuiciones etc.
en el caso del calentamiento global, son varias las razones que me llevan a confiar en su existencia y gravedad
1- El creciente y ya casi abrumador consenso de los expertos en la materia. Hace unos años había bastantes escépticos que ahora han cedido ante lo que ellos califican de datos contundentes e irrefutables
2- La otra razón es mi puro interés: Imaginemos que llamas a dos arquitectos expertos para que examinen tu casa. Uno te dice que a menos que tomes medidas urgentes, la casa se derrumbará. El otro afirma no ver motivos claros para la preocupación. ¿Qué harías? Sin duda ninguna, como es mucho lo que tienes que perder , tomarías medidas por si "el catastrofista " estuviera en lo cierto. Pues aquí ocurre igual, la diferencia es que en este caso la casa es nuestro planeta Tierra. Existe una posibilidad (ínfima, a juzgar por el consenso científico)de que el calentamiento sea un camelo, o de que dicho calentamiento no sea antropogénico (debido, por ejemplo, a las variaciones periódicas de la irradiación solar, que en efecto se producen) pero considero de locos refugiarse en el negacionismo y permanecer con los brazos cruzados a ver qué ocurre. Hay demasiado en juego, por lo que la única opción viable es dar crédito a los defensores de la existencia del calentamiento global causada por nuestro estilo de vida, y tomar las medidas pertinentes para evitar que nuestra casa colapse.
Por eso detesto tanto las frecuentes manifestaciones de los negacionistas:basta un aficionadillo al clima que airee que todo es un bulo para que eche una fatal sombra de la duda y sirva de coartada a quienes (todopoderosas compañías petroleras, automovilísticas, etc) quieren que todo siga igual:un ser humano vomitando contaminación y mierda a diestro y siniestro poniendo así en riesgo la viabilidad de la vida en la Tierra

30 de enero de 2009

Pobre Michelito


Pobre Michelito, condenado por su entorno familiar a convertirse en asesino a tan tierna edad. Marcado como torero a los diez años de vida, a una edad en la que no se posee una voluntad libre, en la que nuestros gustos, valores, principios no son sino mero reflejo de aquello que nos rodea. Estremece pensar que el hecho de nacer y criarse en un entorno cinegético, taurino....determina decisivamente no sólo a Michelito, sino a todo aquél que tenga la desgracia de encontrarse en su posición; somos primates, y como tales, nuestros primeros años de aprendizaje son indefectiblemente de carácter mimético,al succionar pasivamente los principios de aquéllos que nos son más próximos.No es realista concebir a un vástago de jesulín, de Paquirri, clamando a los diez años por los derechos de los animales, de la misma manera que nos resultaría insólito imaginar a un niño rebelándose enérgicamente contra la dieta impuesta por sus progenitores vegetarianos. Y esto me genera una incómoda sensación de náufrago, víctima irremediable de la caprichosa dirección que tomen los vientos. Cierto es que ya hace bastantes siglos el ilustre Spinoza argumentó de forma brillante que la idea que poseemos de libre albedrío es en realidad ilusoria, y que en la práctica, la mayor parte de nuestro comportamiento está determinado por una compleja red de factores de la mayoría de los cuales no somos siquiera conscientes. Pero Michelito crecerá, llegará a una edad adulta en la que el menos en teoría será capaz de poner en cuestión los valores recibidos y elegir cuáles han de regir su vida. No es probable, pues lo habitual es que esos principios que hemos mamado sigan condicionándonos, pero es necesario reivindicar ese resquicio de libertad que nos haga pasar por un auténtico tamiz crítico el software ético que nos fue inculcado a lo largo de nuestra infancia. Qué deseable sería que en determinado momento de nuestra vida nos detuviéramos a valorar críticamente las normas por las que nos regimos de una manera tan desesperantemente automática. Una vida no examinada no merece la pena ser vivida, escribió Aristóteles. Guardemos, pues todos los improperios que teníamos preparados para ese pobre niño torero, y reservémoslos para cuando tenga que cargar con su adultez. Entonces sí será responsable.